12 Abr, 2018 | Días atrás caí en manos de una de esas personas que creen que una conversación inteligente consiste en aplicar sus particulares versiones del cuestionario Proust, en el tono y estilo de un interrogatorio policial. Soporté estoicamente las primeras arremetidas, pero mi paciencia cedió y corté con rudeza el acoso del inquisidor impertinente. Probablemente el Torquemada no se entere, pero escribo este artículo un poco con la intención de compensarlo por mi intolerancia. Cuando decidí terminar con el suplicio, la pregunta que quedó en suspenso fue ¿cuál es tu personaje favorito de ficción literaria? He aquí mi respuesta, para el Javert margariteño.

En mi adolescencia compraba por correo los libros de tapa dura del Círculo de Lectores (sé que hoy parece increíble, pero a principios de los 70 del siglo pasado se podía comprar libros y, además, recibirlos en casa sin que el correo los robara). El Padrino, de Mario Puzo, fue uno de los que leí; en sus primeras páginas aparece Amerigo Bonasera.

Me impresionó ese personaje por el conflicto ético que le tocó resolver. Bonasera confiaba en la justicia, actuaba con rectitud y se mantenía a prudente distancia de sus paisanos mafiosos; hasta el día en que los agresores de su hija, brutalmente golpeada, resultaron absueltos en un proceso judicial viciado. Entonces, manda al cipote sus antiguas convicciones y pide a Don Vito Corleone que haga pagar a los delincuentes impunes.

Los venezolanos estamos sufriendo el síndrome Bonasera. Este gobierno de mafiosos nos ha hecho perder el respeto por las leyes. Nos hemos transformado en una sociedad primitiva en la que impera la ley de quien sea capaz de mayor violencia. Don Niccola Maturo al frente de su corrupta famiglia es el capo di tutti capi.

Pero no es Amerigo Bonasera el personaje que prefiero. Mi favorito es Maqroll el Gaviero, le sigue de cerca Cyrano de Bergerac.