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18 de abril de 2024





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Potencial de bien
En estos días de Pascua celebramos la Resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Algo inaudito: ¡Jesucristo resucitó! Este es el fundamento de la fe cristiana: Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre, que se entrega por nosotros, muere y vuelve a la vida. La vida puede más que la muerte; la gracia vence el pecado; la luz invade la oscuridad; la última palabra no la tiene el sepulcro frío y olvidado sino Dios.
Fernando Castro Aguayo

21 Abr, 2018 | "…estamos convencidos que las fuerzas del bien que hay en cada uno Dios las bendice y con ellas construimos una patria y una convivencia mejor".

En estos días de Pascua celebramos la Resurrección de nuestro Señor Jesucristo. Algo inaudito: ¡Jesucristo resucitó! Este es el fundamento de la fe cristiana: Cristo, verdadero Dios y verdadero hombre, que se entrega por nosotros, muere y vuelve a la vida. La vida puede más que la muerte; la gracia vence el pecado; la luz invade la oscuridad; la última palabra no la tiene el sepulcro frío y olvidado sino Dios.

El misterio de la Resurrección anima a los creyentes y a los hombres de buena voluntad a confiar que el bien, los caminos rectos, el empeño por construir la sociedad y la familia es una tarea que cuenta con la fuerza de la vida de Dios. Él nos hizo entender que Dios quiere la vida, el bien, lo bello, lo sano, lo noble, lo puro. Y ante el desánimo que a veces produce la destrucción que causamos los hombres, la última palabra la tiene Dios y cuenta con nosotros, con todas nuestras fuerzas.

Tenemos un potencial de bien impresionante. Esta bondad se afianza en el corazón de cada uno y se desborda dondequiera que la vida y el devenir nos lleva. El creyente está convencido de su dignidad, confía en Dios y trabaja por la familia, por la patria, como si "todo dependiera de uno, sabiendo que todo depende de Dios". Actúa con convicción, con libertad, nunca eludiendo la responsabilidad con la familia, la comunidad.

Es una afirmación de vida, ajena al miedo, al amedrentamiento o al temor. Nunca con lamentos y excusas. Hoy en día, cuando tantos compatriotas emigran, vayan unas palabras de reconocimiento a tanto esfuerzo y sacrificio. Muchos rompen lazos afectivos y de ciudadanía por sobrevivir o para ayudar a sus familias.

Pero estamos convencidos que las fuerzas del bien que hay en cada uno, Dios las bendice y con ellas construimos una patria y una convivencia mejor. Además, son el preludio de un cambio social, económico y político por el cual debemos luchar y que es posible conseguir.




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