22 Abr, 2018 | "Las contradicciones y paradojas en nuestro país no pueden ser más extremas y, precisamente por ello, a veces cuesta mucho trabajo entender el porqué de las posiciones que asumen los actores políticos; otras veces es muy fácil y otras más son sencillamente incomprensibles".

El tío Caballo Rojo suelta esta lenguarada y espera una reacción de mi parte, pero yo me limito a pedirle la bendición y hago pausa para que prosiga. "Fíjese, tenemos un gobierno que se dice humanista y que busca la suprema felicidad del pueblo, pero se aferra al poder e insiste en aplicar unas medidas económicas que todo el mundo sabe, incluso sus propios expertos, que han fracasado y que han sembrado la ruina de las familias venezolanas en todo el país.

¿Cuántas personas de las que siguen estas conversas ganan 75 millones de simones al mes, que es lo que cuesta la canasta básica hoy en día? ¿Cuántos venezolanos participarán en esta mascarada electoral que arranca hoy, a sabiendas que validarán a un gobierno incapaz y corrupto que se niega a desandar sus pasos para no reconocer su fracaso y con ello lo único que garantiza es más hambre, más miseria y más sufrimiento?".

Refiere que tenemos a un presidente que, en medio de su desespero, lo único que se le ocurre es fabricar dinero que poco vale a la hora de comprar la escasa comida que hay en los abastos. "Pero, por otro lado, tenemos a unos partidos de oposición estupefactos, que no dan pie con bola a la hora de enfrentar al régimen y que están paralizados y temerosos. Han sido muy buenos a la hora de hacer la denuncia internacional y han logrado generar el rechazo de muchos países al gobierno del Embustero, pero en lo interno, se han desconectado de la gente que padece por hambre, se muere de mengua por la falta de medicinas y vive angustiada por la inseguridad".

Apunta que, para complicar el cuadro, tenemos empresarios que, pese a que la libre empresa ha sido duramente golpeada y dejada prácticamente en la ruina, apuestan por sacar ventaja de unas alianzas temporales con el régimen, aun cuando saben que van camino de su propia destrucción y que les pasará igual que a Chacumbele.

"Pero lo peor de todo es que, ante la ausencia de una verdadera vanguardia política, tenemos un pueblo que se está acostumbrando a vivir en la miseria, a pelearse con su vecino por conseguir un puesto adelante en la cola de la panharina, a entregar su voto por un bono que sabe que no le alcanzará para comer un día, a seguir confiando en quienes llevan 19 años ofreciendo una redención social que nunca llegará por la vía del socialismo del siglo 21.

En resumen, tenemos un régimen desesperado al extremo de derramar sangre, sudor y lágrimas con tal de mantenerse en el poder, unos partidos estupefactos y acobardados, y un pueblo en ruinas y sin dirección. Sin embargo, yo soy optimista sobrino, y creo que en algún momento, más temprano que tarde, reaccionaremos y pondremos las cosas en su lugar".