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Recuerdos de una mazorca
Al Gran Cacique Guaicaipuro.
Juan José Bocaranda E.

10 May, 2018 | Trabajaba en la Fundación La Salle cuando me aboqué a elaborar un Cuaderno destinado a despertar en los indígenas de las diferentes etnias de Venezuela, el conocimiento del Derecho y de las leyes fundamentales: "La Mazorca de Luz". Enfoqué como punto de partida didáctico elementos culturales indígenas. Cuentos, leyendas, mitos, poemas. Salió a la luz en 1985, con motivo de la realización del Primer Congreso Piaroa, que concentró a numerosas comunidades de esta etnia.

El Cuaderno -al que siguieron otros, con la misma finalidad, aunque no fueron publicados-, fue editado por la Fundación La Salle de Ciencias Naturales y el Vicariato Apostólico de Puerto Ayacucho.

Los prologuistas (Hermano Ginés y Monseñor Enzo Cecarelli), destacan que "Cuadernos como éste tienen como fin subsanar la injusticia representada por la desinformación legal de los aborígenes venezolanos y su consecuente pasividad frente a los atropellos a los que se ven sometidos...".

El trabajo se desarrolla en un lenguaje sencillo y, conforme a mi intuición, lo más cercano posible a la idiosincrasia indígena. Y lo logré si nos atenemos a los comentarios de los propios indígenas cuando decían "Bocaranda sí nos entiende". Los capítulos se intitulan así: Desde los pequeños caños; La reina de las abejas, La mazorca de luz y La maldición de Káputa. Con subtítulos como: La flecha que punza el aire; El origen del trueno, de la yuca y de los ríos; El mundo amargo; La falca inmóvil; El cuento de Cononatu; La inmensa alegría del corazón que corre; Tarén contra muchos males, etc.

El maestro indígena warao Librado Moraleda (q.e.p.d.) me escribió una carta donde decía: "el Manual me ha servido muchísimo para conocer nuestros derechos como ciudadanos venezolanos. Me ha servido de guía para decir a los criollos, sin miedo: ustedes están pisoteando nuestros derechos... La forma de escribir este Manual está bien, está claro y sencillo y fácil de entenderlo".

La elaboración del Cuaderno me ocasionó una reprimenda. Un eminente antropólogo ya fallecido, profesor universitario, de orientación marxista, fue el autor de la regañina porque, según él, estaba "contribuyendo a incrementar la farsa de las creencias religiosas en los indígenas, citando, además, el nombre de sus dioses". Es algo gracioso porque el nombre de la quinta de este señor, ubicada en Caracas, donde estuve en una ocasión, es Quetzalcoatl, uno de los dioses de la cultura mesoamericana.

Un año después de la publicación del Cuaderno, me visitó el Padre Antonio Peña, salesiano, abogado, quien me informó que el Cuaderno había sido traducido a varias lenguas indígenas, entre ellas el sinuaki, de los Guahibo. Me entregó un ejemplar de esta traducción, y agregó que los indígenas defendían sus derechos ante las tropelías de las autoridades, enfatizando "Así dice Bocaranda". Y con satisfacción lo dije. Porque se trata de los auténticos dueños del territorio venezolano, que les fue arrebatado con engaños, violencia y sangre.




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