10 May, 2018 | Individualmente considerados, muchísimos chavistas son buenas personas, honestos y bien intencionados. Pero en su conjunto, como movimiento político, el chavismo es un amasijo letal de corrupción, ineptitud y alienación. El daño que el chavismo ha provocado en nuestro país va mucho más allá de la devastación material, es también espiritual; el alma de la nación venezolana, la Patria, está fracturada.

Leyendo la reciente entrevista que el periódico El País de España le hizo a Jünger Habermas, reflexiono sobre la similitud entre la situación de Alemania en la posguerra y la nuestra. El nazismo manipuló los sentimientos nacionalistas, implantó un régimen totalitario y terminó provocando la destrucción de Alemania. El chavismo manipuló nuestros símbolos y nuestra historia, para dar piso al proyecto autocrático y militarista que hoy destruye a Venezuela.

Durante la reconstrucción física y espiritual de Alemania, Habermas temía que para el rescate de la identidad y del orgullo nacional se recurriera nuevamente a las manipulaciones nacionalistas que condujeron al Holocausto. Sus reflexiones le llevaron a plantear el concepto de patriotismo constitucional; para Habermas el vínculo unificador de las sociedades ya no debe reposar exclusivamente sobre los valores tradicionales, sino que además debe surgir del consenso en torno a los procedimientos para la promulgación de las leyes y para la legitimación del ejercicio del poder.

En la entrevista, Habermas enfatiza que el patriotismo constitucional necesita un relato apropiado para que tengamos siempre presente que la Constitución es el logro de una historia nacional, no un papelito circunstancial que los mesías redentores manipulan a su antojo.

Basta ya de patrioterismo de opereta. La reconstrucción de Venezuela requiere Patriotismo Constitucional.