15 May, 2018 | Veinticinco estados del mundo no cuentan con Fuerza Armada por considerarla innecesaria, improductiva, fuente despilfarradora de recursos y recurrente ámbito de corrupción. Países que han confiado su permanencia en la esfera mundial al respeto de la ineludible convivencia entre naciones y no al despliegue de un inútil contingente de efectivos, y mucho menos al gasto militar.

Costa Rica, Mónaco, Panamá, Islandia, Granada, el Vaticano, Tuvalu, Dominica, Liechtenstein, Barbados, Micronesia, Andorra, Haití, San Marino, Islas Marshall, Samoa, San Cristóbal y Nieves, San Vicente y las Granadinas, Islas Salomón, Kiribati, Mauricio, Nauru, Palaos, Vanuatu y Santa Lucía conforman el grupo.

Muchos de ellos han renunciado a tener ejército por vocación pacifista, por sangrientos y constantes golpes de Estado, por conflictos étnicos, y también por considerar, de manera inteligente, que la inversión militar es mejor dedicarla a salud y a educación, que a mantener una élite dilapidadora de recursos y peligrosa al grueso de la población civil por su carácter armado.

En Venezuela, con una cúpula militar plagada de acusados desde flancos internacionales por supuestos nexos con el narcotráfico, además de activa participación en negocios turbios y la opulenta vida que muchos llevan; a lo que se suma su utilización por Nicolás Maduro como órgano de castigo, atacando con saña cualquier manifestación, aunque sea por hambre o medicinas, nos hace pensar si es necesaria la presencia de la Fuerza Armada, porque si su labor es lastimar y estar metida en guisos, mejor entonces es que no exista.