31 May, 2018 | Luego del triunfo electoral del chavismo en las elecciones del pasado 20-5, el imperialismo norteamericano arreciará sus acometidas para tratar de rendir y expulsar del poder a un gobierno que lidera un modelo (bolivariano) que le es incómodo y "hostil, amenaza inusual y extraordinaria" a sus prácticas imperiales. Se trata de dar continuidad a la política que ha orientado la conducta de la Casa Blanca desde 1823 (Doctrina Monroe) hasta el día de hoy (Boron, 2.013: p. 73). Con ello refieren a la afirmación proferida por el Secretario John Quincy Adams de que "los EUA no tiene amistades permanentes; tiene objetivos e intereses permanentes". En esa línea de pensamiento y dentro de lo que es el "Destino Manifiesto" se mueve Donald Trump y sus aliados en esta pretensión de aislar a Venezuela, asfixiarla económicamente e implantar un gobierno que le sea cómodo política y financieramente.

Pese a los intentos intermitentes de aislar a Venezuela (Grupo de Lima, UE, EUA), la patria de Bolívar lucha, se resiste y obtiene victorias gratificantes y fructíferas. Importa destacar el reconocimiento a la victoria electoral del presidente Maduro por parte de China, cuyo presidente Xi Jinping, en carta memorable asentó: "Estoy dispuesto a trabajar con Usted (Maduro) por estrechar el intercambio entre ambos países, reforzar la cooperación práctica y llevar la asociación estratégica integral a una escala superior".

También el presidente Putin, al saludar la victoria de Maduro escribió: "Se perciben como absolutamente hipócritas las decisiones anunciadas por Washington de imponer sanciones unilaterales en contra de Venezuela y su sistema financiero... Caracas es un miembro respetado de la comunidad internacional y líder del Movimiento de Países No Alineados".

Es fundamental comprender y aceptar que estamos en guerra (Escalona, 2016: p. 247). No una guerra cualquiera de las ya conocidas. Es una guerra que manipula, miente, fabula, descontextualiza, crea enemigos fantasmas. Una guerra que altera nuestra cotidianidad y busca enfrentamientos entre los amigos para hacernos enemigos. Una guerra invisible que de vez en cuando se deja ver de manera borrosa, imperceptible, cobardemente a través de otros, los delegados que cumplen su papel de asesinar en las sombras. Pese a los avances logrados, justo y necesario es reconocer que mucho es lo que falta por hacer. Error sería pensar que los conflictos se acabaron. De ser ello así, estaríamos en presencia de democracias congeladas (García Linera, 2015; p. 111).

Ante las arremetidas del águila imperial es perentorio, como escribe Escalona, escuchar el grito agónico del Comandante Chávez llamando a la unidad. Criticar con tesón y sabiduría lo que está mal. Enfrentar la corrupción infernal y refundar la República sobre un verdadero eje ético. Resolver la terrible situación económica. Todo ello y más es válido. Pero nada lo será tanto como la unidad vital y necesaria para mantener y defender lo conquistado.