6 Jun, 2018 | A mi espalda estaba el mar en apariencia sereno
Frente a mis ojos una escolopendra azul
buscaba el equinoccio entre las fibras
Trataba de ocultar su rastro terroso
colándose por las palmeras
y el amarillo de los cocos
Podría subir y llegar a la cima del Salto Ángel si quisiera
O clavar el aguijón
como en una lluvia diminuta de colores
y cambiar el paisaje
Me quedé quieta
mientras el sol alimentaba mis huesos
Y el astuto quilópodo
se relamía en cada pincelada del viento
Suavemente me alejé de su reino
y de sus cien huellas en el lienzo
Makai
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Ella tenía un nombre. Sí
No lo dijo
estaba tatuado en la clorofila de los nardos
justo al otro lado de los cactus
Y en la soledad de su alcoba se vestía de colibrí
y te miraba desde arriba dando vueltas alrededor
Cuando quitabas las flores secas y las aves morían de amor
Ella cerraba los ojos y susurraba su verdadero nombre
Makai
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La calle se abarrota de almas esta noche
Crueles metáforas pululan
bajo una lluvia de hilos quebrados
El rumor de las olas se confunde entre las risas
y las siluetas distorsionadas en la niebla
Los marinos ansiosos esperan el salto
Casi se puede oler la excitación acuosa de las quillas
antes de tocar el puerto
Pronto la entelequia dejará milagros
y ojos colgados del horizonte
El mar es más fuerte que la sangre
y el ancla
Cuando se recoge
Siempre desgarra el fondo
Makai