Porlamar
18 de abril de 2024





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Venimos de la noche y hacia la noche vamos
Vamos a encontrar, al llegar, o la cúspide de los rascacielos temblorosos o las líneas maestras de las catedrales, el viejo que muere de frío, oyendo el frenesí del jazz con el acompasado ritmo del ataúd de diamantes, tan grandes como el "Ritz", donde yace el magnate.
Walter Castro Salerno

9 Jun, 2018 | A la memoria de Vicente Gerbasi. Todo éxodo es herida. Como nostalgia, es así desgarramiento. Lágrimas de melancolía ruedan y se esparcen entre los polvorientos laberintos de la memoria, por la ausencia de la patria y de los amigos, de lo que alguna vez amamos y hemos dejado ahora atrás y perdido para siempre en la nada.

Sin embargo: ¡cruel paradoja que nos ofrecen la fuga y el misterioso mundo adonde vamos! La evasión de la nocturnidad opera también simultáneamente, y muchísimo, al lado de aquella pena, con cierta halagüeña expectativa. Y eso, por más que el tiempo, que es duro, implacable e insensible y cause erosionante usura, busque revocarla.

Sea como fuere, prevalece una sensación de temor ante el mundo desconocido, misterioso e insondable, como la negrura misma de la noche, de la cual hemos salido. /Venimos de la noche y hacia la noche vamos/1/ Llevamos, al salir, en las alforjas y en las carnes y la sangre, la médula ósea de los ancestros, brillando en el blanco cementerio, bajo el fulgor de la luna llena del Caribe.

Vamos a encontrar, al llegar, o la cúspide de los rascacielos temblorosos o las líneas maestras de las catedrales, el viejo que muere de frío, oyendo el frenesí del jazz con el acompasado ritmo del ataúd de diamantes, tan grandes como el "Ritz", donde yace el magnate. /Venimos de la noche y hacia la noche vamos/ Nos fuimos, revueltos y confusos, vergüenza y llanto abrazándonos el alma, la imagen de los niños con las cuencas de los ojos vaciadas por los cuchillos del hambre y la miseria.

Hallaremos, al llegar, un tren, una red de autopistas, una rubia enfermera de lentes y almidonada cofia, y quizá hasta un payaso en un circo con acróbatas, monos y elefantes comiendo cacahuetes./ Venimos de la noche y hacia la noche vamos/ Salimos vestidos de conchas de ostras, trozos de mangle, de algas y palmas de cocoteros, y cubiertos aún con la huidiza arena del medanal, donde una familia de cujíes llora de dolor /2/ Tal vez encontremos lagos y pinares, y fresas y manzanas, y un centro de entrenamiento de atletas y astronautas, toquemos el oro del Rin, o la estatua de una diosa o una columna de la Acrópolis, podamos sumergirnos en el agua sagrada del Ganges, ver el azul del Danubio, y hasta susurrarle al Sena los cantos de París. Probablemente debamos hacer el aseo de unas letrinas en Miami, cuidar un orquideario, atender una librería con libros raros y antiguos.

Venimos de la noche y hacia la noche vamos/Atrás quedan las tumbas al pie de los cipreses solos en la tristeza de lejanas estrellas.

1/ Vicente Gerbasi: "Mi padre el emigrante".
2/ Rafael Sánchez López: "Sombra en los médanos".




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