15 Jun, 2018 | Nos comentaba Doña Elodia la excelente iniciativa de un grupo de artistas plásticos y ciudadanos que asiduamente interactúan en el parque Luisa Cáceres y plaza Bolívar de La Asunción, de utilizar tapias y paredes en el casco colonial e histórico asuntino, para plasmar allí rostros de personajes emblemáticos de la ciudad capital.

La misión de realizar esas pinturas está liderada por el artista plástico Moisés Paredes, pintor de gratos recuerdos entre los vecinos del municipio Arismendi, por los coloridos y significativos murales que en el pasado reciente embellecieron el ambiente geográfico, histórico y espiritual del centro de la ciudad. Hoy Moisés está nuevamente con nosotros y los primeros rostros pintados, al lado de la Casa de la Cultura Monseñor Nicolás Eugenio Navarro de La Asunción, han generado muy buenos comentarios.

Celebramos y acompañamos esta extraordinaria idea. Por ello, nos permitimos expresar algunas recomendaciones que consideramos oportunas, a fin de evitar críticas destructivas del grupúsculo de inconformes de siempre que, por supuesto, nunca han hecho nada por La Asunción. De allí que, es necesario: mantener una cronología de los personajes para no correr el riesgo involuntario de omitir aquellos hombres y mujeres destacados en cada una de las generaciones. Agrupar los rostros seleccionados por ámbitos o sectores significativos: educación, cultura, artes, política, profesionales, deporte, personajes populares, servidores públicos y ciudadanía, entre otros.

Elaborar un folleto guía de cada mural, donde se señale la vida y obra de los personajes allí plasmados y que se distribuyan en los planteles educativos y centros culturales del municipio, para que en comunión, docentes, artistas plásticos y cultores populares den a conocer a las futuras generaciones el legado de ese procerato de la asuntinidad: vida, obra, dignidad y ejemplo de ciudadanía.

Finalmente, también recomendamos que se consulte con mucha objetividad y carácter académico los perfiles de los personajes, ello para evitar apasionamiento, amiguismo o familiaridad, que desvíe la intención y el espíritu reivindicativo de este hermoso, pedagógico y educativo proyecto. Honor a quien honor merece. Manos a la obra. Por ahora está bueno, hasta el próximo Zaperoco.