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Los increíbles
Exadecos, excopeyanos, opusdeístas, evangélicos y testigos de Jehová de distintas procedencias, militares chupamedias y voraces, santeros, pícaros de arte y maña como Juanito Alimaña, dígalo ahí Héctor Lavoe, oportunistas y arribistas llegados por torcidos caminos, logreros de ayer y de hoy que sin haber trabajado nunca han hecho "fortuna" con el seguro social, bonos y comisiones que se traducen en carnés y tarjetas bancarias de todo tipo, nutren hoy ese heteróclito conglomerado que hace ostentación de un poder que, la verdad sea dicha, hace fiesta con su impostura porque un ejército de incondicionales verde oliva, ordeñadores del erario, es parte de esa ideología del hambre que somete y hunde a nuestro país.
Ramón Ordaz | rordazq@hotmail.com

24 Jun, 2018 | Qué droga, qué sustancia desconocida actúa en quienes suponemos tienen una inteligencia y un sentido común; qué mecanismo absurdamente desconcertante opera para entorpecer las facultades mentales de esa buena gente hasta conducirla a la autoinmolación, es algo que nos tiene perplejos. Hasta dónde el pregón de una ideología (falsa conciencia) atrapa, subyuga, estupidiza y enajena a una variopinta militancia no es cualquier cosa. Algo peor: esa militancia no es originaria de un bastión de lucha del pasado, que después de desiguales batallas ascendió al poder, sino que la mayor parte de ella es sobrevenida, gente cautiva —no creo que cautivada- por la resaca de una minúscula dirigencia política de izquierda que derivó en un radicalismo y en una visión extemporánea de lo que constituye hoy, entrados en el siglo XXI, una visión moderna de esos arbitrios del poder.

Exadecos, excopeyanos, opusdeístas, evangélicos y testigos de Jehová de distintas procedencias, militares chupamedias y voraces, santeros, pícaros de arte y maña como Juanito Alimaña, dígalo ahí Héctor Lavoe, oportunistas y arribistas llegados por torcidos caminos, logreros de ayer y de hoy que sin haber trabajado nunca han hecho "fortuna" con el seguro social, bonos y comisiones que se traducen en carnés y tarjetas bancarias de todo tipo, nutren hoy ese heteróclito conglomerado que hace ostentación de un poder que, la verdad sea dicha, hace fiesta con su impostura porque un ejército de incondicionales verde oliva, ordeñadores del erario, es parte de esa ideología del hambre que somete y hunde a nuestro país. Una notable porción de esa buena gente, en su hora más interior, sufre y padece como cualquiera de nosotros. En la plenitud de sus sentidos sabe que camina por un callejón sin salida, que de la noche a la mañana le cambiaron el libreto, y que abandonar esa pesadilla tiene sus consecuencias.

El psicoterrorismo de grupo la acecha día y noche, y ella, en su "ignorancia" —ignorancia con inocencia- no quiere ser pasto del escarnio público, que la llamen traidora, que la excomulguen de esos "gratificantes" privilegios. Alienada, doblemente cautiva, pesa sobre esa buena gente la angustia del hambre que padecen los otros, la mayoría. Cero conciencia de sí y para sí ostenta en su testa el hombre nuevo. Como ovejas, van tranquilas y obedientes a su redil. Mientras tanto, los capos del partido quitan y ponen a su antojo, manejan secretamente un presupuesto de lotería pública, donde la máxima ganancia queda en manos de los dueños del juego de azar y el hombre nuevo acepta que, sin saber cómo y por qué, los mismos payasos roten en sus funciones de una incompetencia a otra. Saben de todo, sirven para todo. Delcy Eloína, Marleny, Dante, Aisamí, Arreaza, qué increíbles sois vosotros. Dios y la Virgen del Valle os guarde y os proteja esa materia gris venezolanísima.




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