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En un sueño proverbial e imaginable
Atiborrar de amenazas e insultos a viva voz a los pocos empresarios y productores que quedan, no resuelve este estado pedregoso y echado al desfiladero más ruinoso. El Gobierno desea forzar acuerdos tejidos a las faldas de sus intereses y sin el manejo de bolsillo de la lógica económica.
José Luis Zambrano Padauy | zambranopadauy@hotmail.com @Joseluis5571

6 Jul, 2018 | Siempre la esperanza viene a cuento, cuando las nubes aciagas arropan el firmamento. Parece una frase hecha a medida para evitar el desplome de las emociones diversas, en una nación con tantos años ingratos y un futuro poco alentador ante los hechos.

Al primer golpe de vista, Venezuela parece un país irremediable. Es blanco de las habladurías, de los análisis desalentadores y de la preocupación extrema frente a tantos seres humanos sumidos en la miseria, el hambre y la burla.

Pero tiene sentido y lógica toda esta gama de preocupaciones elementales. Los niveles de inflación son de asombro internacional y las medidas para acallarlos, son tan detestables como absurdas.

Atiborrar de amenazas e insultos a viva voz a los pocos empresarios y productores que quedan, no resuelve este estado pedregoso y echado al desfiladero más ruinoso. El Gobierno desea forzar acuerdos tejidos a las faldas de sus intereses y sin el manejo de bolsillo de la lógica económica.

Por ello, esas mesas de trabajo figurativas para fijar el precio de 50 bienes, productos y servicios esenciales, tiende a ser otro escándalo comunicacional sin pólvora y sin sentido, cuyo único final sea la de seguir mermando la capacidad productiva y elevar más la escasez en el país.

Es cierto que las medidas que desea tomar el régimen le descomponen el ánimo a cualquiera. Con todo rigor, la propuesta de tomar el 70 por ciento de la producción nacional, solo agravará más la hecatombe y el poco optimismo nacional. Ese ha sido el círculo interminable de estos casi 20 años de angustias: fortalecer al Estado, acabar al empresario, preocupar con hambre al ciudadano y desfigurar al país.

En una reflexión acertada hallada en el portal de lapatilla.com, cuando muestra que una taza de café cuesta un millón de bolívares en Caracas, siendo una locura depresiva al constituir una quinta parte del salario mínimo, sirve para entender que cualquier ocurrencia gubernamental solo perjudicará la situación de este territorio transmutado en infortunio.

Pero Venezuela no está desguarnecida ni echada al olvido. En los diferentes templos religiosos del mundo, siempre hay un espacio para pedir por Siria y por nuestra amada nación. Prevalece el buen juicio espiritual y el deseo fiel de verla recompuesta y abrazada a la sonrisa reconfortante que nos caracterizó por siempre.

Ya nadie recuerda que en un momento dado, el chavismo fue considerado como democrático. También se perdieron los esfuerzos del billete para comprar la conciencia de instituciones, representantes y países enteros. Hoy se repararon los pesos de la conciencia internacional y podemos observar energías más claras para algún cambio estricto en las decisiones hemisféricas.

El recién electo presidente de Colombia, Iván Duque, ha manifestado con un sólido discurso y una determinación inalterable, que buscará alianzas con otros jefes de Estado para reafirmar las denuncias ante la Corte Penal Internacional, sobre violaciones de derechos humanos en Venezuela.

Mientras, el vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, quien parece ya un emisario inconmensurable para el derrumbe del régimen, instó en Ecuador esta semana -en una de las tantas giras ya emprendidas para buscar la venia continental-, a los países de América Latina a tomar acciones para aislar al Gobierno de nuestro país, alegando riesgo a la seguridad de todos y ofreciendo esta vez, dos millones de dólares a Quito para atender a los emigrantes venezolanos.

Las cartas del destino están echadas. Las oraciones fervorosas dispuestas a resolver los entuertos, así como la conciencia internacional mejor razonada para restituirle la dignidad intacta y los buenos oficios a la nación más bella del planeta.




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