10 Jul, 2018 | Me disculpan los porlamarenses que sientan que el título es duro; pero es la verdad. Incluso, pude haber escrito chiquero. La realidad de la otrora urbe comercial está signada por la mugre. Basta darse una vuelta por las calles del centro, plaza Bolívar y por los bulevares Guevara y Gómez, para constatar el abandono que sufre Porlamar, que en unos quince años pasó de ser una de las más prósperas ciudades del país, a un lugar ruinoso, con la gente corriendo apenas entrada la tarde, huyendo rápidamente de su triste atmósfera.

De la alegre localidad marinera poco queda, y lo más amargo es que no se vislumbra un mejor futuro inmediato. La plaga del chavismo se cebó contra su mayor fuente de empleos y divisas: el Puerto Libre, borrando el progreso que había generado. Poco a poco el gobierno lo dejó morir, y ni medio dólar soltaron Chávez ni Maduro para que los importadores pudieran surtir sus tiendas. Algunos señalan que el chavismo le cobró así a Nueva Esparta su voluntad opositora, siendo de las pocas regiones que ha dado batalla al régimen en su intento por controlar la vida ciudadana.

Pero volviendo a Porlamar, pareciera que ahí no hay gobierno. El madurismo ganó y hasta allí. No vemos cuadrillas de limpieza en ningún lado. Y la suciedad que colma sus plazas, aceras y demás lugares públicos, no se trata de basura reciente sino de inmundicias que parecen tener meses esperando recolección. Tampoco es que solo los desechos sólidos abundan, porque también son incontables los derrames de aguas cloacales, que con su pestilencia vienen a coronar la cara que Porlamar, para vergüenza de sus habitantes, ofrece a quienes la visitan. Mucho desamor en el ambiente.