Celebrando los 45 años como locutor de Pedro Bellorín. / Foto: OLYANA MARCANO @olymarcano

2 Ago, 2018 | El solar de la casa de Amador Romero Salazar, en la población de Pedregales, un fresco microclima gracias a la sombra de frondosos árboles frutales, fue el escenario que escogieron los amigos de Pedro Bellorín Caraballo, para rendirle un homenaje con motivo de sus 45 años en la radiodifusión neoespartana.

Pedrito "El Catedrático", como lo llaman también haciendo alusión a su bagaje cultural, a su dominio de todos los acontecimientos y personajes de la vida neoespartana, o Pedrito "Lengua de Hacha", por su fogosidad y tono descarnado a la hora de hacer reclamos y denuncias frente a un micrófono o donde le dieran un derecho de palabra. Pedrito, el amigo leal, consecuente, humorista, travieso e inquieto, creativo y trabajador a tiempo completo; dejó la docencia para dedicarse a la locución y este hijo de Paraguachí en el municipio Antolín del Campo se convirtió en un ídolo y en referencia ante la opinión pública.

Hoy el homenajeado se ha apartado de los micrófonos de la radio, de los festivales de galerones, de las fiestas patronales que tanto propició, para recuperarse progresivamente de un severo impasse con su salud que le afectó el sistema cardiovascular.

Por iniciativa de la Federación de Centros Culturales de Nueva Esparta (Fedecene) surgió este homenaje y la creación de una distinción que llevará por nombre "Pedro Bellorín Caraballo El Catedrático" y que será entregada anualmente a los más destacados locutores y operadores de radio en Margarita. Se adhirió a este proyecto la Gobernación del estado Nueva Esparta y le fue impuesta la orden al Mérito al Trabajo del ejecutivo regional en su Primera Clase.

Los distintos colegas y amigos que compartieron con él durante más de cuatro décadas en el medio radial, ese día contaron anécdotas y episodios de todo tipo y colores que definieron el perfil de la personalidad de Pedrito, a quien consideraron como "un niño grande". Él los escuchaba paciente, sonriente y su mirada pícara indicaba que esa remembranza lo estaba divirtiendo tanto como en el momento en que ocurrieron sus echaderas de broma.