11 Ago, 2018 | A la memoria de Guillermo Cabrera Infante, escritor cubano, autor, entre otros, de "Vista del amanecer desde el trópico", "3 Tristes Tigres", "La Habana para un infante difunto", como tardío y póstumo agradecimiento en recuerdo de una tarde lejana y memorable, transcurrida en "The Swan Tavern", Bayswater Road, Londres, quien nos regaló, junto a Caupolicán Ovalles, una excursión maravillosa al tiempo pretérito, a fin de recrear bajo la guía de su palabra, la magia y esplendor del show cubano/ wcs/derechos reservados/junio 2018.

1/ Si el estudio o la audición del tango suponía, hasta cierta época reciente, un vino henchido y circulante por las venas de acordeones, y los quiebres sentimentales e imperfecciones de la llamada solidaridad humana, y sobre la ranchera mexicana se ciernen grandes, antiguos y poderosos mitos, estruendo de revólveres y uno o varios cadáveres tendidos en el sucio suelo de una cantina, e incluso si yendo aún más lejos, el frenesí del jazz, con sus bruscos golpes sincopados, suscita un torpor y cierta suave languidez, otros bien distintos son el escenario, los ritmos y ganas de vivir, en contagiosa alegría, que monta, exalta y provoca el show cubano.

2/ Poco antes del estallido de la II Guerra Mundial /1939/ se instaló en municipio Playa el más famoso cabaret cubano. Tropicana. Un paraíso bajo las estrellas. Su éxito fue arrollador y provino en la ubicación. Compitió y dominó fácilmente a los shows de otros cabarets habaneros que presentaban los grandes hoteles, bajo el control de las cinco familias de la mafia italoamericana. Tropicana no se hallaba en la ciudad. Cercano al malecón o inserto en La Habana Vieja. Vibraba bajo una zona boscosa, bajo el rumor de las abiertas palmas de los cocoteros, y allí, al aire libre, encendían sus fuegos las mulatas, al son de los innumerables ritmos y sones del Caribe. Nos decía Cabrera Infante, aquella tarde fría y neblinosa de Londres, cuando /nos/ narraba la cacería nocturna de sus tres tristes tigres, como en una especie de antropofagia urbana /y lingüística/, por los cabarets de su ciudad, La Habana, con la que le unía tanto amor, que muchos héroes y heroínas del canto, la danza, el mimo y la comedia, desfilaron en esos shows cubanos. Talentos musicales de la época en la isla como Ignacio Piñeiro, el percusionista Guillermo Barreto, Ñico Saquito, Benny Moré o las cantantes Elena Burke, Rita Montaner o Ella Fitzgerald y Olga Guillot. Toña La Negra. Y naturalmente Juana Bacallao. También muchos venezolanos. Borinqueños y quisqueyanos. Gringos del sur, del oeste y de Chicago, Miami, o Detroit y neoyorkinos. De donde fueran.

3/ Es crónica vieja. Es verdad. Muy antigua. Pero no está corroída por las sales yodadas del tiempo, el cual pese a ser, a veces, tenazmente despiadado en borrar y extinguir recuerdos, no logra vencer la memoria de leyendas e historias.