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Cuatro millones de venezolanos se van y Nicolás bailando
Ahora no solo se van los perseguidos políticos y los profesionales, sino todo el que pueda acceder a un destino donde recibir mejor paga y comer como Dios manda, muchas veces sin importar la labor desempeñada y en estado de vulnerabilidad y/o de explotación.
Carlos Villalba-Luna | villalbaluna@gmail.com

14 Ago, 2018 | Diáspora significa dispersión de un pueblo por el mundo. Inicialmente se aplicó a los judíos después de la destrucción del reino de Israel (siglo VI a.C.) y luego a otras comunidades que, por heterogéneos motivos, han huido de sus territorios de origen. En la actualidad se habla de una diáspora venezolana, calculada en unos tres millones de ciudadanos que en los últimos años han dejado al país atrás, y que para algunos, como Consultores 21, es todavía mayor, superando los cuatro millones de personas, equivalente al 12% del total de la población nacional.

Tomás Páez, en el libro "La voz de la diáspora venezolana", señala que "la crisis política, económica y social, y la inseguridad y la violencia, son las razones que han empujado al venezolano a emprender el tortuoso camino del destierro voluntario o forzoso", transformando a Venezuela de país de inmigrantes a uno de emigrantes, mientras "el régimen de Nicolás Maduro no hace nada para frenar el éxodo al extranjero sino por el contrario lo impulsa y lo estimula", extendiendo nuestra diáspora por más de 90 países y de 120 ciudades.

En entrevista, Páez segmentó a los emigrantes, principalmente en: a) quienes solicitan asilo político, b) los expulsados de Pdvsa, c) profesionales de la salud tratados como ciudadanos de segunda -el gobierno prefirió a los cubanos-, d) contadores, economistas, administradores y gerentes, por el cierre de empresas e industrias, y e) ingenieros en construcción, informática, mecánica, y eléctrica.

El investigador indica además que "lo que más impacta en el extranjero es el sabor amargo de la soledad y la añoranza, que se profundiza cuando no hay perspectiva de regreso porque se aleja la esperanza de un cambio de gobierno".

A lo señalado por Páez en su segmentación, se suma un nuevo estrato, o mejor dicho un nuevo perfil. Ahora no solo se van los perseguidos políticos y los profesionales, sino todo el que pueda acceder a un destino donde recibir mejor paga y comer como Dios manda, muchas veces sin importar la labor desempeñada y en estado de vulnerabilidad y/o de explotación.

También, para mala fama, se han mudado a otros países bandas enteras de malandros criollos, propiciando crímenes y delitos poco vistos o de poca frecuencia en tranquilas comunidades del extranjero. Algo así como lo que pasó en Margarita luego de la avalancha humana que recibió con la Zona Franca y el Puerto Libre, y que hizo al insular perder la inocencia de dormir con las puertas abiertas y de brindar su amistad a cualquier desconocido.

De acuerdo con cifras, los que más han salido disparados de Venezuela han sido los zulianos y los occidentales (por el orden del millón y medio); y luego los andinos y llaneros (pasando del millón); quedando los orientales en tercer lugar, muy cercanos a gochos y coleadores. Se considera que el número de venezolanos que cada día cruza la frontera es de unos cinco mil, mientras una cantidad alarmante de connacionales prepara febrilmente pasaportes y papeles, y cambian churupos por dólares, para aventurarse más allá de nuestro territorio.

Un buen amigo, analista de la política, tema que junto al beisbol y a las mujeres, son de los preferidos en nuestro país; me comentó que los primeros que brincan en una pata cada vez que alguien se va, son Maduro y su combo, por cuanto, palabras más, palabras menos, "los que abandonan Venezuela, son en su inmensa mayoría contrarios al régimen chavista, y por esa razón, Nicolás baila de contento cada vez que un opositor se marcha, porque es un voto menos en su contra o contra su régimen en cualquier escenario, sea cual sea. Así que Maduro es el primer interesado en que solo queden aquí su grupito y aquellos fanáticos que, aunque se estén muriendo de hambre, todavía aplauden sus loqueras".




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