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La seña del mudo
¡Hay que ver lo que significa para un país de 30 millones de habitantes haber perdido medio millón de empresas en diez años! Pero eso no amilana al gobierno. Sigue su ruina “a paso de vencedores”.
Carolina Jaimes Branger @cjaimesb

10 Sep, 2018 | El 4 de septiembre pasado leímos en las noticias que el régimen había tomado una nueva empresa: Lincoln Soldaduras de Venezuela, filial de la trasnacional estadounidense Lincoln Electric, con sede en el estado Aragua. La empresa anunció el 31 de agosto pasado el cese de sus operaciones en el país.

Yo tiemblo cada vez que me entero de que el gobierno “toma” (que no es otra cosa más que un despojo) alguna empresa, industria o comercio. Porque eso no significa otra cosa que una quiebra anunciada. En 2017, María Carolina Uzcátegui, presidente de Consecomercio, declaraba que “se han perdido 500.000 empresas” desde 2008.

¡Hay que ver lo que significa para un país de 30 millones de habitantes haber perdido medio millón de empresas en diez años! Pero eso no amilana al gobierno. Sigue su ruina “a paso de vencedores”.

Yo viví en el Estado Aragua veintiún años. Fui testigo de primera mano de la maravilla que es un estado descentralizado. Por eso me duele ver las zonas industriales convertidas en cementerios, arrasadas por una revolución de resentidos que no conocen el valor del trabajo. Lo peor es ver a trabajadores aún ilusionados… Si no saben cómo manejar la industria, les va a pasar lo mismo que a todas las demás. Una pequeñísima muestra la encontramos en Cemex, Lafarge, Holcim… no hay cemento. Aceite Diana… no hay aceite. Agroisleña (ahora bien llamada Agro”patria”)… no hay suministros agrícolas ni fertilizantes. Conferry… el último ferry que quedaba se hundió.

El comunismo en Europa terminó por varias razones, cuyo denominador común es porque es irrealizable. En el caso puntual de Polonia, los trabajadores a quienes se les transfirió el manejo de las empresas expropiadas, cuando empezaron a obtener ganancias y les dijeron que éstas tenían que pasar al Estado, se organizaron en sindicatos que acertadamente dirigió Lech Walesa. “¿El fruto de nuestro trabajo va a ir al Estado?” se preguntaron. Ahí acabó el comunismo: le hicieron la seña del mudo al régimen polaco. Yo sólo espero que nuestros trabajadores, el día que puedan sacar a flote una de esas empresas quebradas y les vengan con el cuentico de que las ganancias son para el gobierno, emulen a los polacos. Y además de hacerle muy bien hecha la seña del mudo al gobierno, lo manden para el mismísimo carrizo...




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