19 Sep, 2018 |

Despertaste la fiera

que hace tiempo vivía dormida en mí.

¿Qué vas a hacer ahora para domarla?

Ya no le temo al látigo,

ni al cazador furtivo,

ni a la jaula cual cárcel que pueda encadenar mi libertad.

¿Qué harás?, no sé… tú lo sabrás, o ya lo intuyes.

Comencé a despertar de mi largo letargo,

tal cual salí del invernadero de mis abstinencias

y, ansioso, busco como calmar mi sed, mi hambre.

Hoy descubrí un manantial,

pude beber del agua de esa fuente

que mana entre dos grietas como néctar de miel.

Llegué al comedero,

sacié mi hambre, comí de toda fruta y carne codiciada.

Tu sazón de gran gourmet y grato aroma

me hizo comer con gula.

Recorrí toda la mesa,

comí de los más exquisitos manjares jamás imaginados,

degusté tus más preciados postres.

Me lo comí todo, nada dejé…

Pero sigo sintiendo

la misma sed y la misma hambre.

Repíteme de nuevo ese mismo menú.