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20 de abril de 2024





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Fedecene, 52 años
Finalizada la sobredosis de savia vital quedó en mi mente, como en la arena después del reflujo, una serena reflexión. En los últimos años nuestro acervo cultural ha sido entendido y activado de manera defensiva en respuesta al cambio de la estructura demográfica ocurrido a partir de los años setenta del siglo pasado como consecuencia de la bonanza económica del Puerto Libre.
Manuel Narváez

20 Sep, 2018 | Cual patriarca bíblico (su rol en la sociedad neoespartana y la manera en que lo asume, también su estampa, le asemejan con aquellos míticos personajes), Chucho Indriago convocó a su tribu para celebrar los 52 años de Fedecene. En un ambiente de cálida fraternidad, de muy sana complicidad, exaltamos ceremoniosamente la esencia de la margariteñidad y ofrecimos reconocimiento a valiosos ciudadanos que se afanan para mantener vivo el fuego sagrado que alimenta a nuestra identidad insular.

El Grupo Horizonte -el año próximo cumple 40 años de actividad- ofrendó un magistral concierto. La mandolina de Purrungo, las maracas de Peché, el cuatro de Luis Argenis, el bajo de Gary, y Melchor Suárez como ángel tutelar; interpretaron canciones del repertorio clásico neoespartano. Disfruté particularmente la majestuosidad de "Madrugada en el mar", de José Ramón Villarroel y Jesús Ávila; el punzante saudade de "Mi nostalgia", de Dámaso García (curiosamente, o quizás premonitoriamente, mi hermano Catano, hoy expatriado, siempre tuvo a esta canción como su favorita); la sublimación lírica del amor que acaba de "Mar de la esperanza", de Luis Cruz.

Luego, las voces potentes y limpias -voces robustas de galeronistas- de Joseíto Ágreda (El Vengador del Serafín) y de Monguito Villarroel (El Hijo del Huracán) se alternaron para cantar décimas. Primero en el tono nostálgico, pero a la vez levantisco, del polo; luego con la gracia y picardía de la gaita margariteña; siguieron con la intensidad apasionada de la jota; y terminaron con el jubiloso ritmo del aguinaldo (Oh Virgen del Valle/ Patrona de Oriente/ en donde me halle/ te tengo presente).

Finalizada la sobredosis de savia vital quedó en mi mente, como en la arena después del reflujo, una serena reflexión. En los últimos años nuestro acervo cultural ha sido entendido y activado de manera defensiva en respuesta al cambio de la estructura demográfica ocurrido a partir de los años setenta del siglo pasado como consecuencia de la bonanza económica del Puerto Libre. Ante la creciente presencia e influencia de modos extraños de entender y hacer, intentamos levantar muros de protección con nuestros valores tradicionales: los "navegaos" del lado de allá, los "originarios" del lado de acá. Pienso que llegó el momento para un cambio de actitud. Seguros de nuestra identidad cultural, de la solidez y del valor que tiene, debemos dejar de levantar con ella muros segregadores, para comenzar a tender puentes integradores.

Larga vida a Fedecene.




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