Porlamar
24 de abril de 2024





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Insistiendo en el pasaporte margariteño
La situación se pone peor los días de puente o en las vacaciones de agosto y diciembre, siendo los más perjudicados los lugareños y quienes de otras regiones se han establecido aquí.
Carlos Villalba-Luna /villalbaluna@gmail.com

2 Oct, 2018 | Un refrán popular en nuestra Isla, como muestra de lo bien que se siente anímicamente el neoespartano en su tierra aunque las cosas no marchen de lo mejor, reza: “jodío, pero en Margarita”. Con la expresión, el margariteño reafirma su amor por la patria chica y además le sirve de consuelo ante cualquier eventualidad malsana, apoyándose también en la Virgen del Valle.

Respetando distancias culturales, puede buscarse analogías con famosas frases históricas, entre ellas la italiana “Ver Nápoles y después morir”, la castellana de la Reconquista “¡Santiago y cierra España!”, y la del futuro rey de Francia, Enrique IV, quien legó a la posteridad: “París bien vale una misa”, cambiando del bando protestante al católico solo –y no era poca cosa- por ceñirse pragmáticamente la máxima corona gala.

Tiempos nuevos corren y otras realidades afectan a los neoespartanos, recibiendo, aunque no con la asiduidad de épocas pretéritas por la actual situación miserable del país, visitantes del resto del país y muy pocos del extranjero. Empero, a muchos turistas al parecer, las penurias por cupos y en espera, no los hacen desistir del afán de estar en Margarita y en Coche; eso que Conferris contradictoriamente no tiene ferris, y que para conseguir un pasaje de avión hay que bajarse de la mula en dólares.

La situación se pone peor los días de puente o en las vacaciones de agosto y diciembre, siendo los más perjudicados los lugareños y quienes de otras regiones se han establecido aquí. Al insular se le imposibilita salir de la Isla en temporada, es un prisionero en su propia tierra, porque además de costarle conseguir pasaje para salir, mucho más el de poder entrar.

En una extraña veda, el margariteño no puede irse de vacaciones, ni cumplir diligencias o visitar familiares fuera, ni acudir a cita médica o, más doloroso, acompañar a deudos de fallecidos en la Venezuela continental, porque tristemente, no puede salir de aquí. Por eso se habla, y algunos insisten, en crear un salvoconducto o pasaporte margariteño que otorgue al ñero preferencia para salir o entrar, porque si las cosas siguen al paso que van, continuaremos estando: “jodíos, pero en Margarita”. Ya me lo dijo un amigo: “¿si existe carnet de la patria, porque no puede existir un carnet margariteño?...” Anótalo ahí Alfredito Díaz.




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