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Policarpo Fermín: alquimista de juguetes (+Fotos) Ha hecho del reciclaje una afición y un arte con el que fabrica vehículos a escala. Autodidacta, aprendió a manejar la computadora por teléfono y su arte por un tutorial. Representa un testimonio del arte popular insular y de cómo aprovechar una dificultad para crecer. Karelys Inciarte Camacho
@kareinciarte
Hace boogies, Harleys, aunque el carro más popular: el Volkswagen modelo escarabajo, se le ha resistido, por el número de pequeñas piezas. / Foto:Karelys Inciarte 11 Oct, 2018 | El trabajo artesanal de Policarpo Fermín comenzó después de un accidente cerebrovascular que paralizó la mitad de su cuerpo hace 15 años. Para un hiperquinético –como él se autodenomina- permanecer en cama o confinado a una silla nunca fue una opción, por lo que convirtió esa limitación transitoria en un oficio que llena de alegría a coleccionistas y a pequeños aficionados al juego: convierte latas de refrescos y bebidas en vehículos a escala. “Aprendí a hacer esto viendo un tutorial de YouTube”, explica mientras sostiene un modelo de una motocicleta hecha con las latas, modeladas a placer, de una cerveza de marca nacional. Policarpo Fermín dice que trabaja desde niño, cuando ayudaba a su mamá a hacer conservas / Foto:Karelys Inciarte No solo fue perseverancia, lograr los pequeños vehículos implicaba obligarse a mover las manos, aprender lo que llaman la motricidad fina, manejar de nuevo una tijera, un exacto o un punzón, que son los materiales con los que hace posible materializar los sueños y deseos que, amontonados en su cabeza, pelean por salir. CLUB DE SEGUIDORES A los hermanos Ángel y Abraham Barreto les emociona jugar con sus carritos. / Foto:Karelys Inciarte
Cruipson Pedrique vende en su negocio de Porlamar las creaciones de Policarpo. Le pareció un bonito adorno y ahora llena toda una vitrina que cada mes se vacía. No solo recicla, sino que de manera creativa exhibe todas las bebidas enlatadas que comercia en su bodegón. A Fermín el éxito que ha tenido su trabajo lo tomó por sorpresa. EL RECORRIDO Y mientras el contenido de una lata calma la sed de quien la compra, el metal que la compone sacia otra sed: la creatividad, una vez que pasa a formar parte de los desechos recuperados. Policarpo Fermín con sus creaciones. / Foto:Karelys Inciarte Ya restablecido del ACV, pero luchando contra una dolorosa artrosis que le tiene anquilosadas las articulaciones, en especial las de las manos, Policarpo Fermín religiosamente sale todos los días de su residencia en la calle 16 de las Villas de San Antonio. “Mi columna vertebral tiene más curvas que la carretera de Puerto La Cruz, pero yo no nací para estar en una cama. Yo busco el material en todas partes. Muchos Él piensa que heredó esa vitalidad de su madre Luisa Amalia González de Fermín, quien con 93 años sigue activa. “He hecho aviones, un jeep con remolque y una lancha. Tengo clientes con hasta 15 motos. Si quiere algo específico, le tomo una foto y la hago”. Y es que el ser uno de 12 hermanos (10 varones y 2 hembras) tiene que disparar la creatividad sí o sí. Habilidoso desde niño, sabe aprovechar todas las casualidades o azares que le depara la vida: “aprendí a manejar la computadora por teléfono. La secretaria de la empresa en la que trabajaba, un día renunció y desde la lancha donde se iba me explicó por celular cómo manejar ese aparato… y hasta ahora todo lo aprendo viendo tutoriales”. SERVICIO PÚBLICO “Quiero enseñar, pero no a pequeños porque el trabajo tiene un poco de peligro y se pueden cortar y hacer daño. Estas son piezas únicas, por más que yo quiera hacerlas iguales no puedo”. Y así de irrepetible como sus piezas, este margariteño, de memoria fotográfica, piel curtida por los años y cabello cano por la edad, sigue escuchando música, resolviendo crucigramas y dándole al cerebro actividad que lo mantenga joven, niño, jugando con carritos imaginarios que sus manos materializan como si se tratara de alquimia.
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