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El tema es la crisis
No existe el hambre ni la miseria, tampoco crisis en los servicios básicos de salud e higiene. Todo marcha bien. La nutrición infantil, la educación, los transportes, la seguridad de las gentes y sus bienes, el trabajo de los científicos y técnicos. Mas la realidad es terca e impertinente y rabiosamente presente cada día.
Walter Castro Salerno | walterjosecastro@yahoo.es

24 Nov, 2018 | Es muy extraño e infrecuente, el momento aquel, en el cual el fanático obtuso, el cerebro mineralizado por la acción durante mucho tiempo con las piedras de los dogmas, termine por abrir los ojos ante la rudeza de hechos incontestables. Un factor adicional, y de enorme peso, característico de los regímenes totalitarios de todos los tiempos y espacios, lo constituye el aparato y mecanismos de la propaganda. El Dr. Joseph Goebbels, ministro del IIIer Reich alemán de herr Hitler /1933.1945 /, es considerado el artífice en la fabricación de los engranajes que componen la máquina de la publicidad oficial.

La clase en el poder se beneficia igualmente, además del empleo de todos los recursos que provee el Estado, del hastío o hartazgo de la población, atenta solo en la mera supervivencia diaria, la pérdida de la resistencia civil, y el temor ante la rudeza de previsibles acciones represivas del lado de los gobernantes. Hay otros que cierran los ojos ante la horrenda realidad y se tapian los oídos al escuchar el clamor de la calle. Son los cómodos y vividores de siempre. Se hallan cerca y rodean a los “enchufados”, altos dignatarios, ministros, generales, gobernadores, alcaldes. Viven de las sobras, o, como se ubican en todas las áreas de la acción pública: la cultura, el agro, la industria, la diplomacia, la burocracia toda ministerial, los nepotes de la nueva clase, absorben los aromas de los suculentos guisos que cuecen los jerarcas. Esos no ven lo que ocurre en su rededor. Ni pendientes. Para ellos no hay hiperinflación, ni escasez y mucho menos carestía de los alimentos.

No existe el hambre ni la miseria, tampoco crisis en los servicios básicos de salud e higiene. Todo marcha bien. La nutrición infantil, la educación, los transportes, la seguridad de las gentes y sus bienes, el trabajo de los científicos y técnicos. Mas la realidad es terca e impertinente y rabiosamente presente cada día.

El régimen de Maduro y la nueva clase que detenta la hegemonía hoy en Venezuela, pese a la costosa, reiterativa y fatigante propaganda de sus aúlicos y publicistas, tarifados o fanáticos, está marcado por rasgos y signos bien definidos. Podrido por la corrupción y el nepotismo, manifiesta y probadamente ineficaz en la gestión y realización de la acción pública, el balance es negativo. Se encuentra embarrancado en una torpe y errática política, basada en la improvisación, el electoralismo clientelar, y la compra de tiempo y conciencias. Sus contradicciones las calla y hunde en el misterio, o las subordina a la distribución de parcelas de poder entre las distintas tendencias o grupos de la nueva clase. Algunos creen e imaginan y ofrecen falaces argumentaciones, a fin de intentar, inútilmente, convencernos que en el frente domestico y en el ámbito internacional, el tema es Maduro. No es así. Es a la inversa.

El tema es la crisis, creada por Maduro y la nueva clase, y que agobia y mantiene en vilo e incertidumbre, a la mayoría de los venezolanos.




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