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Simón Bolívar honor y gloria
"¡Adiós Fanny! Esta carta, llena de signos vacilantes, la escribe la mano que estrechó las tuyas en las horas del amor, de la esperanza, de la fe".
José Gregorio Rodríguez / jotaerre577@gmail.com

14 Dic, 2018 | El próximo lunes 17 de diciembre de 2018 se cumplen 188 años de la desaparición física del Libertador Simón Bolívar y en su recuerdo queremos compartir con ustedes la carta que escribiera a su prima Fanny Dervieu Villiars, en San Pedro Alejandrino el 6 de diciembre de 1830, once días antes de su muerte.

“Querida prima:

¿Te extraña que piense en ti al borde del sepulcro?

Ha llegado la última hora; tengo al frente el mar Caribe, azul y plata,

agitado como mi alma por grandes tempestades; a mi espalda se alza el macizo

gigantesco de la sierra con sus viejos picos coronados de nieve impoluta

como nuestros ensueños de 1805.

Por sobre mí, el cielo más bello de América, la más hermosa sinfonía de

colores, el más grandioso derroche de luz.

Y tú estás conmigo, porque todos me abandonan; tú estás conmigo en los

postreros latidos de la vida, en las últimas fulguraciones de la conciencia.

¡Adiós Fanny! Esta carta, llena de signos vacilantes, la escribe la mano que

estrechó las tuyas en las horas del amor, de la esperanza, de la fe.

Esta es la letra que iluminó el relámpago de los cañones de Boyacá y

Carabobo; esta es la letra escrita del decreto de Trujillo y del mensaje del

Congreso de Angostura.

¿No la reconoces, verdad? Yo tampoco la reconocería si la muerte no me

señalara con su dedo despiadado la realidad de este supremo instante.

Si yo hubiera muerto en un campo de batalla frente al enemigo, te dejaría mí

gloria, la gloria que entreví a tu lado en los campos de un sol de

primavera.

Muero miserable, proscrito, detestado por los mismos que gozaron mis

favores, víctima de un inmenso dolor; presa de infinitas amarguras. Te dejo

el recuerdo de mis tristezas y lágrimas que no llegarán a verter mis ojos.

¿No es digna de tu grandeza tal ofrenda?

Estuviste en mi alma en el peligro, conmigo presidiste los consejos del

gobierno, tuyos son mis triunfos y tuyos mis reveses, tuyos son también mi

último pensamiento y mi pena final.

En las noches galantes del Magdalena vi desfilar mil veces la góndola de

Byron por las calles de Venecia, en ella iban grandes bellezas y grandes

hermosuras, pero no ibas tú; porque tú flotabas en mi alma mostrada por las

níveas castidades.

A la hora de los grandes desengaños, a la hora de las últimas congojas

apareces ante mis ojos de moribundo con los hechizos de la juventud y de la

fortuna; me miras y en tus pupilas arde el fuego de los volcanes; me hablas

y en tu voz escucho las dianas de Junín.

Adiós, Fanny, todo ha terminado. Juventud, ilusiones, risas y alegrías se

hunden en la nada, sólo quedas tú como ilusión serafina señoreando el

infinito, dominando la eternidad.

Me tocó la misión del relámpago: rasgar un instante las tinieblas, fulgurar

apenas sobre el abismo y tornar a perderse en el vacío.

Santa Marta, 6 de diciembre de 1830”.

Queridos lectores, además de bolivariano me declaro profundamente “enamorado del amor”.




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