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Gamelote presidencial
No se le critica a Maduro que silbe al pasar por el cementerio, al fin y al cabo tener miedo es de humanos. Lo que sí motiva algún rechazo es su manía a agigantar lo que ofrece y nada que cumple porque, así lo dice, el imperio y sus secuaces aquí son los culpables.
Ángel Ciro Guerrero / angelcirog@hotmail.com

4 Ene, 2019 | Cree Maduro que su nuevo gobierno, pues aseguró jurará el 10E, en el 2019 convertirá a Venezuela en una tacita de plata. Piensa que enderezará la torcida economía; que detendrá la hiperinflación; rescatará la confianza del inversionista nacional y extranjero; sembrará el campo, en seis años desolado; abrirá las puertas clausuradas de la industria; combatirá de frente al hampa; registrará todos los intersticios de la administración pública en busca de corruptos, que allí están y, sobre todo, respetará la constitución y demás leyes de la república.

Lo dicho por Maduro al tarifado Ramonet es una larga relación de sorprendentes anuncios que, uno tras del otro, son simples enunciados pues, que se sepa, en los 2190 días de su primer gobierno, que pudo haber concretado algunos, lo que hizo fue perder tiempo en fastidiosas cadenas y aplicar medidas que resultaron remedios peores que la enfermedad, llámese crisis. Estima que todo está a punto, pretendiendo se le acepte que la suya fue una buen gestión cuando, en la práctica, la verdad muestra exactamente todo lo contrario.

Olvida Maduro que el país, hundido como está, fue muy mal administrado; que desde toda dirección, ministerio o instituto no se planificó sobre realidades y los dineros públicos desaparecían en comisiones o negocios perdidamente dañinos para la nación; que el bolívar se devaluó a extremos tan vergonzosos como peligrosos. Quizás uno que otro despacho de gobierno podría presentar cuentas claras y acciones positivas. En suma, fracaso.

No se le critica a Maduro que silbe al pasar por el cementerio, al fin y al cabo tener miedo es de humanos. Lo que sí motiva algún rechazo es su manía a agigantar lo que ofrece y nada que cumple porque, así lo dice, el imperio y sus secuaces aquí son los culpables. Lo quieren destronar, impidiéndole transformar a Venezuela en otra Cuba. Tampoco se le aplaude porque lo que dice y lo que hace, si a ver vamos, no resulta chicha ni menos limonada. Pierde la sindéresis con mucha frecuencia y su enfermiza obsesión primero contra Uribe, después con Santos y ahora Duque, le hace mucho daño, no a él ni a su partido, sino a Venezuela.

Lo que al país le espera, coincidencia entre todos los especialistas, es muy serio y duro, que debe ser visto con preocupación severa y analizado sin dilaciones. Todo está en juego. Se pierde o se gana. Bueno, se perdería lo poquitico que queda y en cuanto a ganar la gran pregunta es qué si ya casi no tenemos nada.




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