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El cambio debe ser democrático
Una crisis política que ha traído consecuencias económicas y sociales funestas para el país y su gente. Una cosa es segura, si no hay cambio político no habrá cambio económico ni social.
Luis Longart Guerra

3 Sep, 2019 | El régimen de Maduro considera una victoria cada día que mantiene el poder. Ellos saben que no resuelven absolutamente nada, empeñados en su alocada carrera al despeñadero, mientras continúan su aventura en medio de un festival de mentiras y manipulación.

Estiman que de nuevo engañarán al mundo democrático internacional con sus instituciones amañadas y parcializadas. Su propia gente, vive hoy en la peor de las miserias, mientras la camarilla cívica-militar amasa a manos llenas el dinero sucio de la corrupción.

Cuando arribamos a nueve años de la muerte de Franklin Brito, el recuerdo de su lucha debe ser servir de aliento a todos aquellos que aspiramos justicia y libertad.
El régimen madurista plantea el adelanto de elecciones párlame en una maniobra que intenta dividir a la oposición. Tal convocatoria, si no es consecuencia de un acuerdo y parte de la ilegitima constituyente es inconstitucional.

Por su parte, la oposición que lidera La Asamblea Nacional, demanda una nueva elección presidencial ante el descarado fraude de mayo de 2018, desconocido por Falcón y Bertucci, y que ha motivado que más de 60 naciones desconozcan el régimen de facto de Maduro.

Una crisis política que ha traído consecuencias económicas y sociales funestas para el país y su gente. Una cosa es segura, si no hay cambio político no habrá cambio económico ni social.

Reinstitucionalizar al país pasa por el respeto a la normativa constitucional y un acuerdo político de las partes.
Si el régimen pide elecciones parlamentarías y la oposición demanda elecciones presidenciales hay que establecer un acuerdo que permita un proceso electoral limpio y transparente en ambas instancias.

Un proceso comicial de esas características requiere una nueva composición en el Consejo Nacional Electora (CNE)l, supervisión internacional calificada y tiempo para depurar el registro electoral permanente, la votación de los venezolanos en el exterior, y “desintoxicar” al órgano electoral .
Por ahora, el régimen de Maduro sigue jugando a la guerra de” espías y vaqueros”, utilizando la diplomacia de micrófono para desmontar supuestos complots en su contra.
Es hora de definiciones.

Comparto la lucha por el cambio democrático. No aliento ni comparto la tesis de la intervención. Aquí no vendrá Brasil, Colombia, Estados Unidos o Perú, porque nosotros lo pidamos.

Somos nosotros los venezolanos los que debemos resolver con organización y movilización el regreso a la democracia y ese cambio repito, debe ser democrático y electoral, luchar contra viento y marea teniendo en la unidad la plataforma indispensable e insustituible para conquistarlo. Esa es la mejor forma de evitar una guerra fratricida entre venezolanos y de no ocurrir así, toda la responsabilidad recaerá sobre aquellos que pretender mantener el poder a toda costa y riesgo, solo por mantenerlo, porque la verdad sea dicha, más incapaces y corruptos, imposible.




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