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28 de marzo de 2024





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La Poética de Lope de Vega
Su vida fue mundana, más allá de que en sus días finales asumiera el hábito del monje. En sus ajetreos literarios no se andaba con mojigaterías. Fue, en nuestros cálculos actuales, un populista de la escena.
Ramón Ordaz

4 Oct, 2019 | Los autores de fuste, por lo general, a lo largo de su trayectoria van dejando en el traspaso reflexiones, intuiciones, “teorizaciones” acerca de cómo conciben el tejido de su obra. Cierta coherencia parece regir ese propósito: exhibir los credos de su oficio, en los que una radiografía podría transparentar influencias, apropiaciones y afinidades con otros autores. Lope de Vega y Carpio (1562-1635), según la estimación de sus obras escritas, desbordó las dimensiones conocidas de los escritores de su tiempo. Teatro, novela y poesía fueron los vehículos de su monumental patrimonio. Estudios posteriores señalan que escribió 1800 comedias y unos 3000 sonetos. Para sustentar, -argumentar, más bien- su voluminosa obra, escribiría “Su arte nuevo de hacer comedias en este tiempo”, especie de Ars poetica en la que explaya conceptos referentes a su prestigiosa actividad de comediógrafo. Las mujeres y el vulgo eran su mayor preocupación, en vista de que era este público el que llenaba los corrales donde se representaban sus obras y el que, en definitiva, lo consagraba. Cuando Lope de Vega advierte que a la hora de escribir comedias encierra “los preceptos con seis llaves” y deja fuera de su estudio a Plauto y a Terencio, dos clásicos del teatro latino, echa por delante no el amor, sino el interés en cuanto a su fama, la que bien podríamos traducir como su beneficio económico. No fue ningún santón Lope de Vega. Su vida fue mundana, más allá de que en sus días finales asumiera el hábito del monje. En sus ajetreos literarios no se andaba con mojigaterías. Fue, en nuestros cálculos actuales, un populista de la escena. Sin mayores consideraciones a los “preceptos”, escribió para el aplauso, a conciencia de que al público había que “hablarle en necio para darle gusto”. ¿Arte? ¿Desengaño?

Su polémica con Cervantes parece haber sido obra del infundio, el autor del Quijote no era dado a esos arrebatos; en cuanto a Góngora, los celos del culterano lo llevaron a satirizar en un soneto la nobleza heráldica de Lope de Vega. Alcanzada la madurez, las paces estaban hechas, así como intercambiados los elogios en esta impar trilogía del Siglo de Oro español. Sus otros detractores criticaban el hecho de que en sus obras desconociera las unidades del teatro clásico, mientras se dedicaba a producir obras divorciadas de la vieja preceptiva. Burla burlando, escribió su “Arte nuevo de hacer comedias” con el propósito de ironizar acerca de las exigencias obsoletas de las academias de su tiempo. Así argumentará sentenciosamente a favor suyo: “Nunca reparo tanto en los preceptos,/ antes me cansa su rigor, y he visto/ que los que miran en guardar el arte/ nunca del natural alcanzan parte”. Nota bene: Este mini ensayo, al igual que otros tres que publicaré por este medio, responde a una justa ofensiva de mi parte ante un estafador que tuvo la osadía de plagiarlos y firmarlos con su nombre.




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