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Una mirada curricular en la enseñanza de la música margariteña La educación musical en el marco de la ley y desde una mirada curricular, debe engranar todo lo que involucra el proceso de enseñanza-aprendizaje partiendo de una mirada que se direccione desde lo particular a lo general, haciendo eco a la premisa “lo nuestro es lo primero”. Jennifer Moya Gil / pensareducativovzla@gmail.com
16 Oct, 2019 | Emprender un debate en términos de la enseñanza de la música tradicional margariteña desde una visión curricular, supone abordar un ejercicio fecundo de distintas visiones. Hoy en día, es un verdadero reto asumir prácticas educativas basadas en transformaciones curriculares desarrolladas para enfrentar el hecho educativo desde distintos ejes humanos. El currículo debe ser dúctil, abierto a posibilidades, inspirado en la diversidad, no recreador de pedagogías igualitarias. Es distinto, abocarnos a la enseñanza del canto de un galerón, que enseñar a ejecutar ritmos de tambor venezolano o enseñar a componer una estrofa poética que exprese alguna vivencia y que sea susceptible de cantarse como la gaita zuliana. Necesariamente, las prácticas pedagógicas deben ser distintas. El discurso inherente a lo curricular, hace necesario un recorrido respecto a la música tradicional en Venezuela que responda a: ¿Qué se enseña, cómo se enseña y para qué se enseña? Este llamado invita a revisar los programas de estudio, los contenidos, las competencias, en fin, todo el plan curricular actualmente instaurado en nuestro país en materia de educación musical en el subsistema básico, y además reconstruir una genealogía que explore la significación de estos saberes. En concordancia, la Ley Orgánica de Educación (2009), insta al fortalecimiento y difusión de las manifestaciones culturales, los principios de identidad local, regional y nacional, desde la mirada latinoamericana, caribeña, indígena, afrodescendiente y universal. Exhorta además al desarrollo de una educación con respeto a la diversidad de los grupos humanos, al reconocimiento pluricultural, multiétnico e intercultural en la formación de los saberes. De allí se sujeta, el afán de la formación geohistórica de los individuos con conciencia y aprecio por los valores patrios, los espacios geográficos y fundamentalmente con conocimiento de las tradiciones, de la música autóctona, de los saberes populares, ancestrales, artesanales y demás hechos culturales de las diversas regiones del país. La educación musical en el marco de la ley y desde una mirada curricular, debe engranar todo lo que involucra el proceso de enseñanza-aprendizaje partiendo de una mirada que se direccione desde lo particular a lo general, haciendo eco a la premisa “lo nuestro es lo primero”. Esto implica un reconocimiento musical desde la geo-localidad primeramente, donde se instaure la historia musical de las localidades, sus cantos, sus cantores y poetas, sus tradiciones musicales, sus celebraciones, sus patrimonios, y posterior ir avanzando cognitivamente, con los saberes autóctonos regionales y nacionales desde las distintas miradas que contempla nuestra identidad. El ámbito de la música autóctona en cada región del país, es considerablemente distinta y tiene sus particularidades. La enseñanza debe avocarse al canto, a la composición, a las prosas, a las estructuras melódicas y rítmicas propias heredadas en cada región de Venezuela; entiéndase, la enseñanza de un polo o de un galerón para Margarita, difiere considerablemente de la enseñanza de una quirpa o un pajarillo para los llanos; esto amerita que las diferentes zonas educativas en términos de lo que debe enseñarse en materia de música tradicional, deben hilvanar los programas y contenidos, los métodos de enseñanza y las estrategias de evaluación, en pro de configurar una especie de currículo local en ese sentido. Es menester establecer esta necesidad como una prioridad, dadas las razones expuestas; a cada área local una enseñanza basada en los saberes y peculiaridades de su música.
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