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Modistas sobreviven por alto costo de materiales
Estos pequeños empresarios vienen trabajando según lo que el cliente les lleve. Invertir para hacer prendas no les resulta por los altos precios de los insumos.
Angélica Villarroel Butto| @angelicvillabut

Foto: JOSELIN CHACON - @jnaymarch

Modistas sobreviven por los altos costos de los materiales / Foto: JOSELIN CHACON - @jnaymarch

23 Nov, 2019 | Confeccionar prendas de vestir es una de las artes más hermosas que se pueda practicar. Es jugar con la imaginación, colores, estilos, tendencias y hacer buen uso de las telas, tijeras, agujas y máquinas de coser para crear un atuendo único e innovador, de esos que no puedan faltar en el armario de una mujer u hombre.

Lamentablemente, en la actualidad quienes lo practican se ven muy limitados para trabajar y producir piezas en cantidad debido al excesivo costo de los materiales y herramientas que se requieren para trabajar la costura.

Algunos modistas a pequeña escala en Margarita cuentan que ha sido difícil enfrentar la fuerte situación económica que atraviesa el país, porque ha traído como consecuencia que baje el número de clientes que recurría a sus locales o casas para hacer encargos de ropa.

José Peñalo, sastre, es uno de los que narra su experiencia diaria en el sector textil. Él es propietario de la Sastrería Clínica del Pantalón en Porlamar y comenta que “es difícil mantenerse en estos tiempos y si seguimos así vamos a desaparecer porque no se pueden adquirir con facilidad los insumos para trabajar”.

Lo más que recibe en su local son prendas para reparar o cualquier tipo de ajustes. Dice que los precios varían porque llegan personas de muy bajos recursos tocándole la puerta para solicitar sus servicios y “no puedo decirles que no, porque a veces me llegan madres necesitando que le pegue un cierre al pantalón para que sus hijos puedan ir a la escuela y hay que ayudarlas para que los niños estudien”.

Los yines son una de esas piezas que siempre le llevan para ajustar, pegar un taco, recogerle los ruedos o cambiarle el cierre.

Por otra parte, comenta que en estos tiempos los modistas ni siquiera pueden ayudarse con un crédito bancario para levantar sus negocios, porque lo que asignan es una cantidad muy pequeña que no alcanza para nada. Igual ocurre con la solicitud de los puntos de venta, “es todo un proceso para que nos puedan asignar un dispositivo de esos. No los dan con facilidad al pequeño negociante”, puntualizó.

Peñalo dedicó gran parte su vida a trabajar la costura a escala industrial con marcas conocidas en Caracas y sostiene que es doloroso ver cómo poco a poco han ido cerrando estas empresas textiles por la misma economía del país.

En el caso de las hermanas Rosa y Deyanira Velásquez, costureras, detallan que hace un par de años podían invertir en materiales para hacer ropa y ofrecer al cliente, ahora dependen de lo que las personas les lleven para desarrollar el oficio y generar algo de dinero.

“La economía ha ido marcando esa diferencia del antes y el ahora para hacer el trabajo. La gente manda a coser menos. El año pasado para esta época estaban trayendo la tela para coser los estrenos y este año no he recibido prácticamente nada, solo ropa para hacerle modificaciones”, refirió Rosa Velásquez.

Sostiene que los ingresos de la costura no alcanzan ni para la limpieza de las máquinas, solo para medio comer. “Porque tampoco puedes tirarle un precio a la gente para matarla, hay que ser justo y entender que la situación no está buena, porque si estuviera buena la gente no mandaría a remodelar la ropa y podría comprarla cuando se le dañe, pero no es así”, dijo.

Igualmente, Deyanira Velásquez trabaja más con arreglos de ropa que confeccionando prendas nuevas.

Contó que recientemente le hicieron unos encargos de ropa íntima y por no tener el dinero no ha podido comprar el material para fabricar las piezas. Está sujeta a lo que le lleve el cliente.

Lo cierto es que para ella la costura siempre ha sido un oficio muy útil hasta para atender a su familia. “A veces no me llega nadie de la calle para que le haga algún trabajito y termino dedicando el tiempo para coserles a mis nietos, hijas (…)”.
Rosa y Deyanira coinciden en que las mujeres son clientes más frecuentes que los hombres. Las mujeres les llevan camisas, blusas, vestidos, faldas para reparar, en cambio el hombre manda a arreglar pantalones.

Ambas aprendieron el oficio desde muy jóvenes a través de cursos. Aunque no tienen locales realizan con mucha perfección el oficio desde cada uno de sus hogares, en la calle Pedro Luis Briceño de La Guardia, municipio Díaz, con sus propias máquinas, algunas industriales y otras domésticas.

Lo que afirman es que a medida que siga disparándose la economía en el país, más difícil será para sostenerse en este importante sector que los agrupa como trabajadores a pequeña escala.

MATERIALES EN EL MERCADO
Igual que muchos emprendedores y comerciantes, los modistas no pueden trabajar en base a un presupuesto. Deben ajustarse a los precios que casi a diario se modifican en los negocios. Para garantizar el trabajo deben disponer de materiales básicos como los hilos, agujas, cierres y botones.

En el mercado los precios de los hilos varían según el tamaño, el pequeño cuesta alrededor de Bs.S 6.000, el mediano entre Bs. 9.990 y Bs.S 12.000, el grande Bs.S 23.900, y el extra grande alcanza Bs.S 47.600.

Mientras que un paquete de aguja para máquina se puede conseguir a partir de Bs.S 15.000 y las agujas de mano oscilan entre Bs.S 13.900 y Bs.S 25.000.
Los cierres pueden costar Bs.S 10.000, Bs.S 25.000 y Bs.S 30.000 según sean de metal o plástico.

En el caso de las telas, los precios se ajustan de acuerdo al tipo de textil. Los forros como la tafeta, el ponge son de las pocas telas que se consiguen más económicas, igual que algunos tipos de chifón.

INDUSTRIA DEL VESTIDO
Recientemente se conoció que la Cámara Venezolana de la Industria del Vestido reportó la caída del sector en 95%.

De acuerdo a lo publicado en un portal web, Roberto Rimeris, presidente de la Cámara del Vestido, informó que este 2019 el sector de la confección cerrará con este porcentaje, que significa que solo 5% de las empresas se encuentran operativas.

“Estamos viviendo la misma situación de todo el sector industrial, donde se observa con preocupación el cierre de empresas que trabajan con una capacidad cercana al 20%”, expresó.

Considera que una de las causas del cierre se debe a la inseguridad jurídica, los excesivos controles, el pago exagerado de impuestos, la inestabilidad macroeconómica y la falta de planes que sustenten al sector.

En el caso de los pequeños productores, indicó que hay quienes siguen trabajando sin formalizar la empresa en vista de que se les hace cuesta arriba cancelar el pago de los tributos y demás gastos que se derivan.

COSTURA
La mayoría de las mujeres y hombres que se dedican a la costura recibieron formación en cursos y esa opción para aprender se mantiene en el tiempo, más ahora que la gente quiere emprender para cubrir las necesidades de vestir.

La Casa de la Mujer en el municipio Maneiro es uno de los sitios que siempre ofrece cursos de este tipo.

El sábado 23 de noviembre dictarán un curso intensivo de Bóxer, y el martes 26 y jueves 28 darán el curso de Confección de Pijama. Las inscripciones están abiertas. Los interesados deben contactar a la instructora Catherine Graterol al 04148815469.




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