13 May, 2020 | Me entero por esta vía de la renuncia de quien había sido nombrado apenas semanas atrás gerente de la Hidrológica por el jefe de régimen en la región. Tanto uno como el otro son nativos de Antolín del Campo y en otros tiempos hubiéramos estado felices de que dos paisanos ocuparan cargos principalísimos en el gobierno porque, también como en otros tiempos, eso habría representado beneficios para la gente del municipio. Pero esa era una deleznable práctica cuartarrepublicana que había que eliminar, como en efecto lo fue.

Lo cierto es que cuando acá de supo del ascenso de este paisano, la mayoría de los vecinos nos persignamos y nos encomendamos al Altísimo y a la Virgencita del Valle, pues como se sabe, aquí se conoce de cual pie cojea cada quien.

Dicen que entre bomberos no se pisan la manguera, pero nuestro amiguito estableció de inmediato una competencia con su jefe, nuestro otro paisano, para ver quién nos hacía sufrir más y mejor. El jefe nos tiene la vida de cuadritos con los apagones y el lugarteniente se propuso superarlo con la falta de agua.

A la hora de su “renuncia” habíamos cumplido treinta y tres días sin el líquido vital, de manera que con ello le pasaba por encima a su competidor, porque uno puede sobrevivir sin luz, pero sin agua no. Dicen los deslenguados (a mí no me extrañaría que fuera cierto), que ahí está la verdadera razón de la salida del defenestrado mandamás de la Hidrológica. Ahora pasó a ser un “chivo expiatorio” porque hay errores de cálculo que son imperdonables, al menos en este régimen.