Porlamar
20 de abril de 2024





EL TIEMPO EN MARGARITA 28°C






12:47 p.m.
Me impacta la cantidad de cristales rotos por las calles. Pierdo la cuenta de los edificios sin ventanas. Una llamada nos avisa que debemos esperar un par de horas.
Dalal El Laden / http://dalalelladen.blogspot.com / ladendalal@hotmail.com

CORTESÍA

La iglesia del convento de San Basilio / CORTESÍA

18 Sep, 2020 | Uno cree que lo que le da todo su brillo al mundo es el amor; pero también el mundo viste al amor con todas sus riquezas. El amor estaba muerto y la tierra estaba todavía ahí, intacta, con sus cantos secretos, sus olores, su ternura. Yo me sentía conmovida como el convaleciente que descubre que durante su fiebre el sol no se ha apagado” (Simone de Beauvoir, en “Los mandarines”, página 461).

“Y el día no es otra cosa que un esfuerzo gigantesco” (Herta Müller, en “En tierras bajas”, página 57).

Hoy, jueves, no logro ir a la tienda donde trabajo: una diligencia nos lleva hasta Achrafieh. Con mi esposo salgo del estacionamiento y respiro profundo antes de colocarme la mascarilla. Me impacta la cantidad de cristales rotos por las calles. Pierdo la cuenta de los edificios sin ventanas. Una llamada nos avisa que debemos esperar un par de horas.

Caminamos buscando un poco de sombra, mas muy cerca del puerto nos detiene el calor y un local perfumado de café, de manaish (tipo pizza con orégano, especias y aceite de oliva) con queso y de arguile con sabor a “tufehtain” (es decir, dos manzanas, la verde y la roja), donde pedimos un desayuno atrasado.

Mis exclamaciones y preguntas sin respuestas aumentan al entrar a la iglesia del convento de San Basilio: el 4 de agosto vive, el luto continúa, cuántas vidas inocentes perdidas, y los culpables dónde están. Intento distraer mi impotencia tomándole fotos. A pesar de los vidrios quebrados, las coloridas pinturas en las paredes y en los techos vociferan su brillo.

Pierdo la cuenta del total de imágenes añadidas –ahora, a las 12:47 p.m.– a la galería del teléfono celular en el que también escribo esto. Preguntas en mi mente sin respuestas sin parar. Quién siquiera menciona a los culpables. Una llamada nos avisa que en breve regresaremos a casa. El puerto está a contados pasos; qué bueno que nos toca marchar: no estoy preparada para verlo. Con un hasta pronto vuelvo mi cuerpo hacia el mar e intento traducir lo impreso –en árabe y francés– a mi izquierda, en la valla: “Beirut: mil veces muerta, mil veces revivida”.

Achrafieh (Beirut, Líbano), 17 de septiembre de 2020.




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