Porlamar
20 de abril de 2024





EL TIEMPO EN MARGARITA 28°C






Sin mascarilla
Las tareas del hogar me llaman; al terminar, seguiré investigando… Extranjera como soy y –creo– siempre seré, abrazo dos palabras: gracias, Internet.
Dalal El Laden ladendalal@hotmail.com / http://dalalelladen.blogspot.com

CORTESÍA

"No es la primera vez que me digo que será que siempre somos extranjeros". / CORTESÍA

14 Oct, 2020 | “Un día de octubre del año 1922, Catherine Mansfield, una narradora nacida en Nueva Zelandia, escribió en su diario: ‘Octubre-Importante. Cuando somos capaces de no tomar en serio nuestros fracasos, significa que ya no les tememos. Es muy importante aprender a reírnos de nosotros mismos’ (…) Catherine Mansfield murió ese mismo año en que le declaró a un diario tal afirmación. Murió de tuberculosis. Una enfermedad larga y penosa que también ha atacado a otros artistas. Y que seguirá atacando a cualquier persona, porque las enfermedades se combaten pero no se vencen” (Hanni Ossott, en Cómo leer la poesía, “Obras completas”, página 937).

Me mudé a México a los dieciocho años. A los veintiséis, al volver a vivir en Margarita, en ocasiones –al no recordar una calle, un dato histórico, al desconocer a escritores contemporáneos– llegué a sentirme extranjera. En breve fui a Caracas, asistí a jornadas literarias (en la Universidad Simón Bolívar) en las que tuve a grandes poetas, novelistas, ensayistas frente a mí: los escuché, me identifiqué con ellos, busqué sus libros, los leí (sigo haciéndolo), me maravillé (sigo así).

CORTESÍA

La autora en la Universidad Central de Venezuela. Marzo de 2011 / CORTESÍA

Esa semana me hablaron de Hanni Ossott. En ese mismo viaje, justo la tarde que conocí la Universidad Central de Venezuela (tengo una fotografía en uno de sus pasillos, en la que aparecen su techo y sus columnas, todo hoy caído por falta de mantenimiento), encontré “Obras completas” (bid & co. editor). Detenerme en esta imagen (exactamente de marzo de 2011) me lleva a revivir algo así como cuando las olas me han arrastrado y el miedo me ha hecho pensar que me ahogarían, sin embargo, mi felicidad en ella –sobre todo por lo que hay allí, dentro de la bolsa de plástico que cargo– me permite ver el lado amable del mar: allí, dentro, entre otros libros, está éste de Hanni.

“Las enfermedades se combaten pero no se vencen”. Me fascina todo lo que ella cita de Catherine Mansfield: “fue una gran escritora y una paciente mujer que describió el vacío y la soledad desde su diario: ‘31 de marzo – Hermosa mañana, pero como sé que tengo que salir a cambiar el cheque y a pagar las cuentas, no me siento feliz. No hay que darle vueltas, la vida es una cosa detestable. Cuando G y J en el parque estaban hablando del bienestar físico y de la ilusión que aún sienten por las fiestas, yo casi gruñía. Estoy segura de que J puede disfrutar mucho entre gente agradable. Yo no puedo. He acabado con todo esto, y ahora, no puedo vencer la repugnancia que me inspira. Prefiero apoyarme perezosamente en el puente; mirar los barcos, y la gente libre y desconocida y sentir golpear el viento. No, yo detesto la sociedad; la idea de la comedia, hoy, me parece una perfecta tontería’” (página 940). Conservo la esperanza de hallar alguna de sus obras.

Es casi mediodía. El periódico me llama; copio y pego: “A escala mundial, la pandemia dejó hasta ayer un millón 26 mil 176 muertes y 34 millones 448 mil 636 casos confirmados, según un recuento de la Universidad Johns Hopkins. En Europa, donde ya hay más de 234 mil muertos y 5.5 millones infectados, el aumento de los nuevos contagios es vertiginoso (…) las escuelas estadunidenses han evitado un repunte de contagios, según datos oficiales, pero expertos médicos dicen que la prueba real se dará cuando los estudiantes de ciudades densamente pobladas, como Nueva York y Miami, vuelvan a las aulas. El país tiene 208 mil 669 decesos y 7 millones 3219 mil 996 casos, de los que 624 mil son menores. América Latina registró hasta ayer 349 mil 179 fallecidos y nueve millones 470 mil 515 contagios”.

CORTESÍA

Said Akl / CORTESÍA

Salgo de casa. Camino. Reposo en un parque que conocí ayer. Cuento: tres personas. Estoy lejos. Continúo sin mascarilla. Este espacio rinde honor a ocho escritores de Zahle (capital de este valle, conocida como ciudad de poesía y vino). Otra vez me inmovilizo ante cada estatua. Releo sus nombres grabados en árabe. No sé nada de ellos. No es la primera vez que me digo que será que siempre somos extranjeros. Otra vez tomo mi tiempo ante cada mosaico, cada uno sobre un lugar emblemático de Líbano. De vuelta a este estudio. Busco en la Red. Ojalá que encuentre información sobre los ocho. Empiezo. Said Akl:

“Pervive entre las generaciones más jóvenes a través de la voz de la prestigiosa Fairuz (…) quien inmortalizó en el escenario sus poemas como el de ‘Zahret el Madain’ (La flor de las ciudades) (…) se distinguió además por haber creado un alfabeto libanés con caracteres latinos, compuesto por 37 letras, para hacer más accesible el árabe a los extranjeros (…) Sus escritos incluyen poesía y prosa, tanto en dialecto libanés del árabe, como en árabe clásico y francés (…) lo que un día dijo Said Akl: ‘A veces, descanso en silencio, cuando alguien comete un error. Soy indulgente con los errores cometidos en el campo literario, pero en política no puedo permanecer en silencio... por naturaleza no siento odio, pero odio a los políticos que están desperdiciando oportunidades valiosas para el Líbano".

Las tareas del hogar me llaman; al terminar, seguiré investigando… Extranjera como soy y –creo– siempre seré, abrazo dos palabras: gracias, Internet.

Zahle (El Valle del Bekaa, Líbano), 3 de octubre de 2020.




Contenido relacionado












Locales | Sucesos | Afición Deportiva | Nacionales | Internacionales | Vida de Hoy | Gente Feliz | 50° Aniversario | Opinión


Nosotros | HISTORIA | MISIÓN, VISIÓN Y VALORES