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Mauricio Marín, ejemplo honorable
El nombre Mauricio Marín, suena desde hace unos cuantos años en Altagracia, cuando éramos adolescentes, porque correspondía a la identificación de un hombre emprendedor, nacido de la humildad y criado en los buenos principios
Mélido Estaba Rojas melidoestaba@gmail.com

19 Nov, 2020 | Los pueblos van levantando su historia con la siembra de huellas que amansan el camino, para dejarnos conocer el triunfo de los hombres en su más clara expresión. Los comentarios acerca de actuaciones provechosas se expanden y resulta muy reconfortante traerlos al sofocante ambiente de los días difíciles, para exponerlos como reconocimiento humilde aunque sin medallas honoríficas, sino más bien como verdaderos ejemplos que conducen al triunfo con el convencimiento de la tarea cumplida y que –por tanto- son dignos de imitar.
El nombre Mauricio Marín, suena desde hace unos cuantos años en Altagracia, cuando éramos adolescentes, porque correspondía a la identificación de un hombre emprendedor, nacido de la humildad y criado en los buenos principios, para distinguirse como ciudadano adelantado en el empeño de la superación y los dones de rectitud familiar. Disfrutó del acierto como comerciante y cosechó respeto y estima de “Jateros” y vecinos, gracias a su apego a las formalidades del vecino juicioso. Como legado para que su obra se prolongara, por esos caprichos positivos del destino, sus genes del emprendimiento se multiplicaron en su hijo Mauricio Jesús Marín Rodríguez, proyectado como empresario diligente al frente de “Comercial Altagracia, S.A”, una de las ferreterías mejor surtidas en el oriente de Venezuela, y practicante de modernos principios en lo referente a oferta-demanda, que le han garantizado un lugar de preferencia entre el público margariteño, durante sus 39 años. El surgimiento de esta firma, podría ser considerado como el paso inicial de un polo comercial, motivado en una inspiración futurista que hoy brilla en el estandarte del negocio empresarial, contribuyendo de diferentes maneras en el desarrollo y mejor calidad de vida de los margariteños. Porque, aunque nos neguemos a aceptarlo, las iniciativas exitosas se multiplican y fortalecen, y pueden derivar en potencias de avance que catalizan el progreso.
Cuando se habla con Mauricio, el joven empresario destaca su empeño por unificar las diferentes corrientes productivas en beneficio de la sociedad, para superar la situación derivada de los malos momentos que atormentan la economía. Sus criterios están ligados a leyes, posiblemente no escritas del negocio familiar, donde cada miembro al alcance, suma su empeño en el logro del objetivo primordial para la satisfacción de necesidades, que no son ajenas en ninguna casa de familia o cualquier local. Es sorprendente contemplar cómo el propósito de crear y mantener un panorama sumado estrictamente al modernismo empresarial, pueda cumplirse en un pueblo como el nuestro, donde hasta hace poco estábamos comprando medio real de queso y pidiendo ñapas de papelón. Los secretos de ese delicado mundo en el que se barajan propósitos de beneficio, tales como vender más aunque se obtengan menos ganancias, tienen un buen representante en el gerente general de “Comercial Altagracia, S.A”, porque ha entendido y practica los procedimientos del balanceo oportuno para hacerse necesario como suplidor de primera línea en el exigente arte de las ventas. Los empresarios emprendedores como Mauricio, son también líderes, porque entienden su verdadero papel como facilitadores de la tarea progresista; y complementan su juicio haciendo aportes por vías directa o indirecta, a personas o instituciones que lo requieran. Este paisano tiene también sus dos retoños, Zuleima y Mauricio, que están siguiendo el buen ejemplo. Buenas obras merecen aplausos.




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