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Balance del año 2020
En materia económica, el balance no pudo ser peor. Miles de medianas y pequeñas empresas no han soportado los efectos este tsunami que ha afectado sus negocios.
LUIS LONGART GUERRA

29 Dic, 2020 | En la historia contemporánea venezolana no ha existido un año tan duro, difícil y complejo como éste que culminará en pocas horas. La pandemia del coronavirus vino a complicar una situación que ya estaba bastante delicada en lo político, económico, social y moral.
Hacer un balance del año político es concluir en la ratificación del fracaso de este modelo político que hace tiempo hace aguas, pero que no termina de naufragar. Un auténtico y verdadero fiasco que representó una esperanza de cambio que ha sucumbido ante la incapacidad, desidia, demagogia, populismo y el militarismo. Hoy, todos los poderes públicos están deslegitimados. No se puede hablar de poderes públicos legítimamente constituidos. Las consecuencias inmediatas de esta crisis, entre otras, son la migración de seis millones quinientos mil compatriotas que han abandonado el país buscando mejores oportunidades y condiciones de vida y un pueblo arruinado y cada más empobrecido ante una camarilla cupular que detenta y disfruta de los privilegios del poder político.
En materia económica, el balance no pudo ser peor. Miles de medianas y pequeñas empresas no han soportado los efectos este tsunami que ha afectado sus negocios. Los ingresos petroleros han caído a mínimos históricos en un país que recibe el 97% de sus divisas por la venta de crudo. El campo ha visto reducir su capacidad en siembra y recolección de cosechas. En el comercio se produce la burbuja de los bodegones conjuntamente con el fenómeno de la dolarización que llegó para quedarse, impuesto por la empresa privada. La crisis de los servicios públicos es francamente abismal cuando todos padecemos problemas de falta de luz eléctrica, agua potable, gas domestico, telefonía , internet y transporte por falta de gasolina en un país petrolero cuyas refinerías hoy están prácticamente inservibles por falta de inversión y mantenimiento, mientras recibimos combustible de Irán a precio de oro.
Todo lo narrado y que usted conoce por vivencia propia ha generado una crisis social y moral sin precedentes en nuestras vidas y su entorno. El trabajo y los estudios han sido desplazados como elementos básicos para el ascenso social. El populismo con sus variantes de clientelismo y el nepotismo los han sustituido. Pretenden construir una historia falsa y distorsionada en base a supuestos liderazgos que no tienen fundamento sólido ni reconocimiento. Tratan de imponer una política de supervivencia en base a premios que consisten en bonos y misiones que no resuelven ni tienen el alcance requerido. Son políticas de control social con objetivos políticos partidistas para el afianzamiento de su bodrio político ideológico, lo que ha devenido en una crisis moral donde abunda la falta de consideración y respeto por lo trascendente y justo para ser sustituido por lo banal, grotesco y fútil.
Se han registrado triunfos en materia individual de deportistas, profesionales, empresarios y emprendedores que se han empinado ante la crisis y han logrado sobresalir aquí y en el exterior.
En nuestros artículos anteriores hemos insistido en la necesidad del cambio político posible y necesario. Sin cambio político, lo repetimos, no habrá cambio económico y social, ni van a mejorar nuestras condiciones de vida.
El Papa Francisco manifiesta que: “La llegada del Niño Jesús ayude a poner fin al sufrimiento del pueblo venezolano”.
Los venezolanos tenemos la obligación y la responsabilidad de seguir luchando sin desmayo por alcanzar la unidad política que permita ese objetivo. No hay otra solución, no hay otra alternativa.
Vendrán nuevas circunstancias difíciles, enfrentar el llamado Estado Comunal, una versión más hermética y totalitaria de lo que tenemos, disfrazada, por supuesto, de “poder popular”. La lucha será de calle, no hay otra forma de derrotar este nuevo intento de someter a la voluntad nacional al capricho de una minoría política que considera a Venezuela como el botín de sus fechorías.
Una cita con la Transparencia: ··” La corrupción es la destrucción de la persona.” Papa Francisco.




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