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Vaticano II: 45 años después
Ese concilio, al que ahora conocemos con el nombre de Concilio Vaticano II, fue una oportunidad magnífica para reflexionar sobre la labor de la Iglesia y discernir lo que convenía y era de mayor provecho a su labor evangelizadora.
Rayniel Pugliese

23 Feb, 2014 | El 24 de enero de 1959, hace ya 45 años, Juan XXIII, "el Papa Bueno" (de feliz memoria), anuncia la convocatoria de un concilio ecuménico, una reunión a la que asistirían representantes de toda la Iglesia en el mundo y que serviría para deliberar o decidir sobre materias doctrinales y de disciplina, relativas a la Iglesia y su relación con el mundo.

Ese concilio, al que ahora conocemos con el nombre de Concilio Vaticano II, fue una oportunidad magnífica para reflexionar sobre la labor de la Iglesia y discernir lo que convenía y era de mayor provecho a su labor evangelizadora.

De dicho Concilio podemos recordar algunas orientaciones sobre temas muy diversos entre sí. Por ejemplo: Sobre la misma Iglesia dice: "La Iglesia tiene la vocación de formar, en la propia Historia del género humano, la Familia de los Hijos de Dios" (Gaudium et Spes, Alegría y Esperanza. 40) y también dice: "La Iglesia sólo pretende una cosa: el Advenimiento del Reino de Dios y la Salvación de toda la Humanidad" (Gaudium et Spes, Alegría y Esperanza. 45).

Sobre los jóvenes dice: "Los jóvenes deben convertirse en los primeros e inmediatos apóstoles de los Jóvenes" (Apostolicam Actuositatem, Actitud Apostólica. 12).

Sobre la política dice: "No rehúsen desempeñar cargos políticos, ya que con ellos, dignamente ejercidos, pueden servir al Bien Común y preparar al mismo tiempo los caminos del Evangelio. Cooperen con todos los hombres de buena voluntad" (Apostolicam Actuositatem, Actitud Apostólica. 14).

Sobre el Ser Humano dice: "El ser humano se formula preguntas angustiosas. La mayor prueba de respeto, amor y solidaridad de la Iglesia para con la familia humana consiste en dialogar sobre todos estos problemas. Es el hombre 'todo entero' el que hay que salvar" (Gaudium et Spes, Alegría y Esperanza. 3).

Sobre el Mundo dice: "Se afianza la convicción de que el hombre debe establecer un nuevo orden político, económico y social, más al servicio del hombre, con una distribución más equitativa, más participativa. Sin embargo, aumenta a diario la distancia entre los países ricos y pobres".

Atendiendo al hecho de la vigencia que tienen para el mundo actual sus enseñanzas y sus providencias, la intención es llamar nuestra atención sobre lo que nos propone y sobre el mucho provecho que aún nos puede brindar; sea pues instrumento de crecimiento e inspiración consciente. Salud.




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