Ángela Martínez. / Foto: YANET ESCALONA

5 Jun, 2014 | La estructura de hierro que a diario rueda Ángela Martínez tiene capacidad para colocar casi un centenar de cholas de playa y ser exhibidas en todos los colores y estilos. Hileras cuyos precios oscilan entre los 150 y 180 bolívares.

Al igual que ella otros puestos ambulantes similares tienen sitio de aparcamiento en los bulevares Gómez y Guevara de Porlamar, en donde la economía informal luce protegida con un amparo judicial, motivo por el cual el centro está "inundado" de buhonería.

Sucrense en Margarita

Ángela Martínez, de 49 años, está casada y con dos hijos ya grandes, quienes se mantienen solos, tras una crianza donde esta vendedora y su esposo recurrieron al comercio en la calle para subsistir y formar la familia, según explica.

Esta carupanera llegó a la isla de Margarita hace 30 años y desde hace 22 abordó el negocio. No ha cambiado de ramo, aun cuando al paso los precios sí han variado.

Reside en el sector Macho Muerto de Porlamar, desde donde se moviliza a diario para vender al final del bulevar Guevara.

"Uno está acostumbrado a trabajar en la calle, pero hasta cierta hora".

Indica que no se puede permanecer hasta la noche por la inseguridad. A las cinco de la tarde todo el mundo está recogiendo su mercancía y los locales bajan las santamarías.

"Al anochecer esto es una 'boca de lobo', por lo oscuro", comenta.

Otra buhonera interviene y dice que hay tiendas donde echan "pega loca" a los candados, para evitar que se los abran en la noche.