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"Papi, ¿puedo decirte algo?" Luego de pagar el tiquete y dárselo al conductor, nos subimos. Julia, al segundo de estar sentados, me preguntó: "Papi, ¿puedo decirte algo?"; y yo le respondí: "A ver, cuéntame". Juan Ortiz
25 Abr, 2021 | Los niños son muy expresivos, y Julia no es clase aparte. Hace un mes fuimos a hacer mercado al centro comercial. De retorno a casa, decidimos tomar un "remise" (es como una especie de taxi comunal, muy barato). Luego de pagar el tiquete y dárselo al conductor, nos subimos. Julia, al segundo de estar sentados, me preguntó: "Papi, ¿puedo decirte algo?"; y yo le respondí: "A ver, cuéntame". Bueno, para hacerlo corto, Julia empezó a describir detalladamente, con su dulce y sincera voz, todos los defectos del carro, que no eran pocos. Mi cara y la de su mama eran un poema, y la del conductor, bueno, ya saben. ¡Qué pena! Como pude, luego de que la inquisición en contra del carro culminara, comencé a hablar con el chofer. "Qué cosas con los niños, ¿no? Ellos a veces son tan expresivos". El rostro del señor era como de, típicamente hablando: "¡Qué bolas!". Sin embargo, fue muy amable. Total, pasaron los días y ayer fuimos a hacer mercado. Luego de comprar, y justo antes de llegar a la zona de remises, le digo a Julia: "Amor, por favor, no debes describir los carros de la gente mientras estés abordo, a veces eso cae mal". "Está bien, papi", me dijo. Al llegar al estacionamiento, el remisero de turno era el mismo de la otra vez. Y sí, nos reconoció al instante. Sonrió, nos ayudó a subir las cosas, y abordamos. En el camino, todo era silencio, pero Julia andaba inquieta, hasta que me comenta: "Papi, ¿puedo decirte algo?"... el chofer sonrió irónico, y yo, de inmediato, le dije a mi hija: "No, mi amorcito, no, no, no, tranquilita, me lo dices en casa, que ya vamos llegando". La niña hizo caso, Jesy suspiró aliviada, y la sonrisa del conductor a través del retrovisor fue inevitable.
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