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La culpa es de Maduro
Los medios de comunicación del mundo entero, entre ellos el New York Times de los EEUU, los organismos internacionales y hasta la Unión Europea, han condenado el uso exagerado de la fuerza del estado colombiano.
José Gregorio Rodríguez Jotaerre577@gmail.com

6 May, 2021 | Desde que Iván Duque resultó electo presidente de Colombia, el 17 de junio del 2018, quedó claro que entre las prioridades de su gestión no se encontraba la solución de los principales problemas de su país: la pobreza, la desigualdad, el desplazamiento interno de personas por la violencia y el narcotráfico, entre muchos otros.

En su primera gira internacional a Washington, como presidente electo, quedó claro que desde el 7 de agosto de ese año cuando asumiría la presidencia, su principal prioridad sería convertirse en el principal operador de los EEUU de Norteamérica, en esta parte del mundo.

En esa gira, se reunió con la directora de la CIA, Gina Haspel, con el secretario de Estado de Estados Unidos, Mike Pompeo, con John Bolton, asesor de seguridad nacional de Donald Trump, con James Carroll, subdirector de la Oficina de Política Nacional para el Control de Drogas, con el senador republicano Marco Rubio, con la directora del Fondo Monetario Internacional (FMI), Christine Lagarde y de la capital de USA, viajó al estado de la Florida para visitar la sede del Comando Sur de los EEUU y reunirse con el Jefe de esa base militar, almirante Kurt Tidd. Tanto en Washington como en Florida, el principal tema de la agenda fue Venezuela.

Luego de asumir la presidencia entró en operaciones el mandatario colombiano que más daño ha procurado contra Venezuela. El señor Duque se alió con el secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro, y juntos impulsaron con fuerza el Grupo de Lima, para dotar de fachada internacional la agresión sistemática contra Venezuela.

En estos tres años, Colombia no solo ha sido el principal aliado de la Casa Blanca en su empeño por derrocar el gobierno constitucional del presidente Nicolás Maduro, sino también su territorio viene siendo utilizado sistemáticamente como centro de acopio de pertrechos militares y entrenamiento de mercenarios de toda especie para agredir nuestro país.

Pero como dice la letra de una canción de Diomedes Díaz, paisano del presidente Duque, “nada es eterno en el mundo”, se le fueron tres largos años en la presidencia, tres cuartas partes de su gestión, y los problemas sociales de Colombia no hicieron sino agravarse.

El narcotráfico como industria, la siembra de cultivos ilícitos, la desigualdad social expresada en una exponencial ampliación de la brecha entre ricos y pobres, la pobreza extrema, el desplazamiento interno de comunidades enteras producto de la violencia, la desaparición forzada de líderes sociales y la alianza de las fuerzas militares y policiales con los agentes de la delincuencia fronteriza para agredir a sus vecinos, especialmente a Venezuela, expusieron a ese mal gobierno.

Ante el fracaso de su actuación contra Venezuela, el financiamiento de los EEUU se puso difícil y no se les ocurrió mejor idea que introducir ante el Congreso una reforma tributaria, que no afecta para nada los grandes capitales, pero que pecha exageradamente a los sectores populares y de la clase media asalariada.

No se percató Duque, ni su mentor Álvaro Uribe, que en la Colombia profunda se venía incrementando el descontento contra su mal gobierno y consolidando y organizando el rechazo a décadas de ignominia y desamparo de las mayorías populares.

Hasta que llegó la hora del Paro Cívico del pasado 28 de abril, auspiciado originalmente por los sindicatos colombianos, a cuya convocatoria se sumaron los sectores más disimiles de la sociedad colombiana.

Un paro que se ha convertido en la válvula de escape de vastos sectores de una sociedad preterida, postergada, olvidada, que han encontrado en las calles de Colombia por más de una semana, el lugar ideal para expresar su descontento, para protestar contra tanta injusticia.

¿Cómo respondió el estado colombiano, que hizo el gobierno del señor Duque?

Pues se inventó una política que denominó de “asistencia militar”, para sacar tanques y tanquetas a las principales ciudades del país y desatar la más brutal ola represiva de la historia reciente en la hermana república, que hasta la fecha ha causado; 20 muertos, casi 1000 heridos, miles de detenidos y algo más de 100 desaparecidos.

Según denuncian en Colombia, la violencia ha sido provocada por las fuerzas militares y policiales del régimen de Iván Duque, para justificar la indiscriminada represión desatada contra el pueblo colombiano. El presidente llegó al extremo de ofrecer recompensas en dinero para quienes faciliten la captura de los líderes del “colombianazo”.

Los medios de comunicación del mundo entero, entre ellos el New York Times de los EEUU, los organismos internacionales y hasta la Unión Europea, han condenado el uso exagerado de la fuerza del estado colombiano.

Mientras tanto, el flamante secretario general de la OEA, esperó ocho días para un tímido pronunciamiento de los lamentables hechos en el vecino país, mientras condenó la designación de un nuevo Consejo Nacional Electoral (CNE) en Venezuela, a pocas horas de su elección y el peor de todos, el presidente saliente de Ecuador, al señor Lenin Moreno, no se le ocurrió mejor idea que echarle la culpa a Maduro.

Para variar, acudieron al mismo expediente de siempre, si los pueblos protestan, la culpa es de Nicolás Maduro. Honor que le hacen al presidente constitucional de la República Bolivariana de Venezuela.




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