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Aquí no ha pasado nada
La sociedad venezolana volvió a caer en la trampa de “aquí no ha pasado nada” a cambio de una paz que durará hasta que a estos señores se les ocurra iniciar otra aventura antidemocrática.
José Gregorio Rodríguez Jotaerre577@gmail.com

15 Oct, 2021 | Desde los inicios de la usurpación ejercida por el señor Juan Guaidó el 23 de enero del 2019, con la complicidad de la mayoría opositora del G4 en la Asamblea Nacional electa en diciembre del 2015 y que cesó sus funciones en enero de este año, son muchos los escándalos de corrupción que acompañan su ejecutoria. Los podríamos definir en dos categorías, la primera de ellas propia de los nuevos ricos, quienes pecan de exhibicionistas del poder y el dinero, entre los cuales recordamos:

El “desconocido” destino de los recursos conseguidos en el concierto Venezuela Aid Live del 22 de febrero 2019 en Cúcuta, Colombia.

El affaire del diputado de Voluntad Popular, Freddy Superlano y su asistente, el día del concierto cucuteño de febrero del 2019, quienes protagonizaron una noche de rumba en la capital del departamento colombiano del Norte de Santander, con un par de chicas de la "buena vida", que le costó la vida al ayudante del parlamentario venezolano y el extravío de más de un cuarto de millón de dólares.

La utilización de cuantiosos recursos: "para atender la situación de los ciudadanos venezolanos, civiles y militares, que ingresan a territorio colombiano, buscando ayuda y refugio", los cuales habrían sido dispuestos por los enviados de Guaidó a la hermana república, Kevin Rojas Peñaloza y Rosanna Barrera Castillo, para el pago de hoteles, alquiler de automóviles, discotecas, restaurantes, ropa de marca y todo tipo de francachelas que nada tenían que ver con la asistencia humanitaria.

En un segundo grupo ubicaríamos los delitos de “cuello blanco”, muy conocidos por quienes se han dedicado a estos menesteres desde la empresa privada y en cargos públicos en alcaldías y gobernaciones, los cuales se han ejecutado con la complicidad de las autoridades de gobiernos de otras naciones, entre los que sobresalen:

La autorización de la Asamblea Nacional del pago de los intereses de los bonos PDVSA 20-20, a un grupo de tenedores, que habrían cancelado una cuantiosa cuota de “honorarios profesionales”.

La designación de una junta directiva en la empresa Monómeros de Venezuela, desde donde se asignaron contratos sin licitación alguna y se dispuso de fondos de la república depositados en cuentas bancarias del exterior., la cual hoy quebrada e intervenida por el gobierno de Iván Duque, es el símbolo de la corrupción de un grupo de ya no tan jóvenes dirigentes políticos, que en alguna oportunidad fueron calificados como lechuguinos y petimetres, por Henry Ramos Allup.

Hasta el costoso colegio de los hijos de un dirigente político en Madrid, jefe partidista de Guaidó, habrían cargado a la cuenta de la petroquímica venezolana.

La gestión que continúan realizando para disponer de más de 1.300 millones de dólares de las reservas de oro colocadas por la República Bolivariana de Venezuela en el Reino Unido.

La apropiación de Citgo, consorcio venezolano propietario en los EEUU y otros lugares del mundo, de un importante número de refinerías de petróleo y comercializadoras de gasolina, lubricantes y productos petroquímicos.

Los recursos que a fondo perdido han recibido durante los últimos años para financiar las actividades políticas de la oposición radical venezolana, dilapidados en el disfrute de la “vida loca” por parte de los principales voceros del sector.

La manera como todavía se reparten las cuotas en la directiva y en el equipo gerencial de la empresa Monómeros.

Son los mismos que hoy reaparecen y participan en representación del extremismo antichavista en el proceso de diálogo de México, que regresaron al país sin que nadie se los impidiera, para ser candidatos a cargos de elección popular, sin acto de contrición alguno, sin siquiera declarar que se equivocaron.

Son los que agazapados detrás de la “manito” que mueve los dineros de la república en el exterior, hoy pretenden venir a darle lecciones de lucha y democracia a millones de venezolanos que se quedaron sufriendo la vicisitudes de una vida “echa cuadritos” por las medidas coercitivas unilaterales que ellos propiciaron contra el país y sus ciudadanos.

Ese debería ser parte del debate de cara a las mega elecciones regionales y municipales del 21 de noviembre próximo.

La sociedad venezolana volvió a caer en la trampa de “aquí no ha pasado nada” a cambio de una paz que durará hasta que a estos señores se les ocurra iniciar otra aventura antidemocrática.

Que siga la fiesta.




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