20 Ene, 2022 | Nuevamente la oposición realiza una lectura equivocada de los resultados electorales del 21 de noviembre del 2021 y del 9 de enero pasado.

Todos los que componen ese variopinto sector aprecian que el 21NOV no ganó más gobernaciones porque no consiguieron la unidad total y que de lograrla obtendrán resultados como el del pasado 9 de enero en Barinas.

No se percatan que lo de Barinas fue un episodio que contribuyó a crear el espejismo de la derrota definitiva del chavismo, y nuevamente vuelven al “pecado original”. Todos cuentan “los pollos antes de nacer” y se preparan cada uno por su lado para aspirar a la presidencia de la república.

Igualito que en el 2016, arranca cada sector de la oposición con una propuesta política diferente para asumir los desafíos políticos del 2022.

Unos se anotan con la figura del referendo revocatorio (RR), otros anuncian de una vez que participarán en las elecciones presidenciales constitucionalmente previstas para el 2024, otros prefieren seguir en la política de la abstención permanente, mientras formulan llamados a la FANB para que se desvíe de la ruta institucional y con la ayuda internacional produzca una salida de fuerza.

También están Leopoldo López y Juan Guaidó quienes continúan con la ficción del gobierno paralelo, con el deliberado propósito de seguir aprovechando los recursos de Venezuela en el exterior “confiscados” por el gobierno de los EEUU y sus aliados, para seguir disponiendo de ellos fundamentalmente para su lucro personal.

Finalmente, están los que se creen más vivos que todos los demás juntos, la mayoría del G4, la gente de Ramos Allup (Adelante), de Julio Borges (PJ) y de Manuel Rosales (UNT), quienes juegan en varios tableros. El de la participación en las presidenciales del 2024; el del “gobierno paralelo” con activa presencia en la AN que terminó sus funciones el 5 de enero del 2021, especialmente en lo que respecta a la disposición de los dineros y los bienes de la república en el exterior y el de las “suspendidas” negociaciones en México a ver que más consiguen para su particular beneficio.

Sin embargo, en esta entrega me quiero referir específicamente, a los voceros de las agrupaciones promotoras del RR también reunidos en tres agrupaciones; Movimiento Venezolano por el Revocatorio (Mover), Todos Unidos por el Referendo Revocatorio y el Comité Ejecutivo Nacional de Confedejunta, en conjunto con el Comité de la Democracia Nacional como Internacional.

Al registrar la nómina de las tres agrupaciones nos encontramos fundamentalmente con dos grupos. Unos de procedencia socialcristiana, entre quienes destacan César Pérez Vivas y Nelson Chitty La Roche y otros de origen chavista, como Nicmer Evans, Rodrigo Cabezas, Héctor Navarro, Ana Elisa Osorio y Rafael Ramírez. Casualmente todos son desempleados políticos que desean regresar a la “arena” y utilizan el RR como mampara para alcanzar figuración y notoriedad.

Aun cuando, el Consejo Nacional Electoral aprobó en su directorio el pasado 17ENE, las solicitudes de estas tres agrupaciones para "el inicio del procedimiento para una eventual activación de un referendo revocatorio del mandato presidencial”, no les arriendo la ganancia. No solo deben reunir el 20% de las firmas de los integrantes del Registro Electoral Permanente del CNE, sino que además en caso de lograrlo, deben obtener algo más de 6 millones 300 mil votos de respaldo al RR, ya que se requiere por lo menos un voto más de los obtenidos por el presidente Nicolás Maduro, cuando fue reelecto en mayo del 2018.

En declaraciones ofrecidas esta semana uno de los principales promotores de la opción refrendaria, el señor Nicmer Evans, sentenció que “la potencialidad del referendo revocatorio solamente depende de un factor, que es la unidad de la oposición venezolana para forzar que haya condiciones y se pueda activar el referendo” y, al entrar en el mundo de las cifras evidenció que su propuesta de RR no es más que una iniciativa política para lograr algo de “oxigeno” al referir que “al final (de las elecciones del 21-N) fueron 4,6 millones de votos para la oposición, y para activar el referendo necesitamos 4,1 millones de firmas. Además de eso necesitamos lograr 6,3 millones de votos (los que obtuvo Nicolás Maduro en 2018), eso quiere decir que nos harían falta 1,7 millones de votos solamente”.

A la luz de la dinámica política es obvio que quienes promueven el RR a sabiendas de que la iniciativa no prosperará, lo hacen con el deliberado propósito de entorpecer el proceso de recuperación económica que hasta los más obcecados y radicales economistas antichavistas de Venezuela y el mundo se registró en nuestro país en el 2021, con síntomas claros de mayor crecimiento en el 2022.

Es más de lo mismo, crear perturbaciones políticas para perjudicar la economía, debilitar la base social del gobierno y apostando al sufrimiento del pueblo para intentar acceder al poder político.

Por si fuera poco, el señor Juan Guaidó, ratificó su propuesta de un plebiscito en lugar del RR, para intentar la salida del presidente Maduro de la presidencia de la república.

Definitivamente, la oposición venezolana se encamina a una actuación similar a la del 2016, la profundización del proceso de división que padece.

Ni RR, ni plebiscito, ni política unitaria, ni centro único de dirección política, ni candidato presidencial unitario.

Seguirán al garete, en la acepción marina del término: “la embarcación va sin gobierno, llevada por el viento o la corriente”.

Por su parte, el gobierno del presidente constitucional Nicolás Maduro y sus partidarios del PSUV y el Gran Polo Patriótico, ya están en la calle con una línea política concreta anunciada por el Jefe de Estado en su alocución a la AN el 15 de enero pasado: “Resistencia, Renacimiento y más Revolución”.