27 Abr, 2022 | Luego de dos años, un mes y 16 días de haber sido decretado por la OMS el uso obligatorio de tapabocas en exteriores e interiores de establecimientos comerciales, hoy, 27 de abril del 2022, me recibieron en el Ahorro Más de la esquina de la casa con una alentadora noticia: “Señor, en este supermercado puede entrar con o sin barbijo, ya no es obligatorio, así como tampoco es obligatorio que le echemos alcohol en las manos. Puede pasar tranquilo”.

Extrañado, pasé al local, tomé la cesta para meter los víveres, y dos minutos después asimilé lo que me habían dicho. Confieso que se me aguaron los ojos... esa a la que llamamos durante tanto tiempo “la nueva normalidad” daba indicios de estarse yendo, de llegar al tan anhelado fin.

Luego de recorrer entero el primer pasillo y de haber corroborado que tres de las siete personas que había visto no tenían tapabocas, me dispuse a quitarme el mío. La sensación fue, realmente, rara… sentía la cara desnuda, y tenía una sonrisa que no se me quitó durante toda mi estadía en el local ni de camino a casa.

Fue muy emotivo hablar frente a frente con la chica de la charcutería sin una barrera de por medio, así cómo con los chicos de las góndolas y la cajera. Parecía como si nos estuviéramos reconociendo nuevamente. Recibo esta buena nueva con mucha felicidad, ciertamente, aunque también con un hálito de nostalgia, pues mi madre no pudo ver el inicio del fin de este cruento capítulo.

“Dos años y un mes”, se dice fácil, sí, pero de mi mente no se apartan los angustiosos momentos que pasamos como familia al inicio de esta pesadilla: las largas colas, las compras nerviosas, cómo casi me quedaba sin aire en las calles por no estar acostumbrado a usar el barbijo mientras procuraba llevar el sustento a casa; incluso cómo, justo un año después de haber empezado todo, casi muero a manos del virus… fueron cientos de muy difíciles experiencias vividas que en su momento he de escribir.

Sí, hoy, 27 de abril del 2022 se abre paso un nuevo comienzo, y se cierra de a poco la hoja amarilla mortuoria de una historia oscura que no debió pasar nunca. Dios los bendiga a todos.