Porlamar
19 de abril de 2024





EL TIEMPO EN MARGARITA 28°C






Hasta el sueño
Su rocío era mi estación habitual,
así lo quiso al partirme con su silueta indetenible aquella noche de cántaros bajo el
aguacero.
Juan Ortiz

19 May, 2022 | "Hasta el sueño"...

Quiero creer en unas letras y en otras no,

pero todo de ti.

Quiero pensar que no nos parecemos, mientras todo grita lo contrario.

Quiero no entenderte

y abordarte,

nuevamente,

hasta el sueño.

//////

"Un animal al lado mío"

Ella dice a su lluvia que se vaya,

ojalá le escuche la que dejó aquí,

escampe un poco

y vuelva a ser todo como antes

cuando ella era el sol,

un trozo de lava en mi lengua,

un animal sin bordes al lado mío.

//////

"Refugiado en tus ojos"

"Suéñame a ver qué pasa,

piénsame,

llámame fuerte a ver qué escribo"

te repetí hasta el diluvio,

sabiéndote refugiada en mis ojos.

La respuesta siempre estuvo evocando mi pregunta,

allí,

en un disparo certero de luz sobre la hoja,

el abrazo de la letra.

"Suéñame a ver qué pasa,

piénsame,

llámame fuerte a ver qué escribo"

me repetiste hasta el diluvio,

sabiéndome refugiado en tus ojos.

//////

"No cambio nada"

De tu sien el gris camino garuado por los años

y la vida.

De tus hojas la caricia siempre verde de carbón

y tinta con borrón y tachadura.

No,

no cambio nada,

ni el ademán zigzagueante sobre el laberinto blando,

inmóvil,

hacia el temblor,

ni las cascadas onduladas,

ni el sonámbulo aliento;

todo me calza sin medirlo como la mano a la pluma en época de poesía,

donde se es letra,

crisol mordaz,

delirio.

//////

"Tus ojos ausentes"

De este pueblo salino,

el destierro que más duele es el de tu mirada.

La busco en el retrato,

en el reflejo que una vez brindó de ti la laguna,

pero ella persiste en habitar tus ojos ausentes.

//////

"Era de lluvia"

Era de lluvia

—continuo—,

no de día, ni de tarde, ni de noche;

cuándo me preguntaban “¿Qué momento era?” en esos recuerdos, así respondía:

"Era de lluvia".

Ese era mi tiempo en ella,

para ese entonces había conocido su diluvio.

Yo amanecía,

andaba y pernoctaba siempre en la hora de las aguas.

Su rocío era mi estación habitual,

así lo quiso al partirme con su silueta indetenible aquella noche de cántaros bajo el

aguacero.

Todo era líquido,

desde el sol de sus muslos hasta el pensamiento.

Nunca había nacido así de todas las veces en que he venido:

tanta tormenta, tanta gota, tanto río, tanto ímpetu,

y de corona sublime: esa voz de llovizna.

Era de lluvia,

lo recuerdo bien.

Cuando por fin la humedad dejó el peñero,

las piedras y las caracolas,

supe por una lágrima que era madrugada,

que eso era todo,

su cálido invierno se había ido.

//////

"Estaba loca"

Sí,

estaba loca,

de atar:

explotaba sin avisar,

amaba sin mesura,

quemaba,

temblaba,

gemía,

rasguñaba,

gritaba,

lloraba sin consuelo,

sin aviso.

Fue la fiera más aguerrida que hayan acariciado mis manos.

Ella sabe todo,

que estábamos destinados a encontrarnos para partirnos,

para odiarnos,

sabe

—incluso en mi silencio—

que no le cambiaría nada

y empezaría de nuevo esto,

una y otra vez,

hasta hacernos polvo.

///////

"Once"

Once pasos de distancia entre los llantos primordiales.

Once y once,

una y once,

once y una,

y así,

esas horas propiciaban los encuentros,

como por embrujo,

por designio divino,

no lo sé,

sé que tú tampoco.

Hoy es el día once del mes once

y escribo esto sin percatarme de eso;

no me asombra para nada,

me quiebra,

sí,

me invade de ti y esa facilidad que tienes para volver a mis espacios a recordar que

hay una ausencia presente,

una tristeza que no se marcha,

una mujer que fue gaviota en mi boca,

sal imborrable en mi pluma,

el mejor y más volátil amor que he tenido.

Tengo una hipótesis que nunca te dije:

puede ser que fuimos destinados a la suerte de esas horas,

a la soledad perenne de sus números,

fíjate bien,

están juntos sin tocarse,

parecieran formar algo por instantes,

pero siempre están solitarios.

Quizá leas esto hoy a las once y once,

te asombres y llores,

caigan once lágrimas,

tal vez una,

no sé ni sabré,

tú sabrás,

lo que sí tengo claro es que esas horas han de perseguirnos hasta partir trayendo

consigo lo que nunca muere

y a lo que fuimos destinados:

encontrarnos para ser memoria.




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