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Más bulla que la cabuya
Nuestra migración llega a casi 7 millones, ni siquiera Ucrania, un país agredido por los rusos ha llegado a estos alarmantes niveles, sueldos y salarios que no alcanzan para costear la canasta básica alimentaria
Luis Longart

25 Jul, 2022 | Los venezolanos siempre hemos tenido frases expresivas de lo que realmente pensamos sobre algunas cosas. El título del presente artículo es precisamente una de ellas y eso es lo que pienso sobre las llamadas “Zonas Económicas Especiales” anunciadas con bombos y platillos y con tono grandilocuente por Maduro y su archifracasado régimen político y social. Con esto me quiero diferenciar de ese desafinado coro sinfónico de alabanzas que, hasta ahora, a mi juicio, no tiene ninguna justificación.
Nuestra migración llega a casi 7 millones, ni siquiera Ucrania, un país agredido por los rusos ha llegado a estos alarmantes niveles, sueldos y salarios que no alcanzan para costear la canasta básica alimentaria, pensiones miserables, alta inflación, inseguridad, pésimos servicios públicos agua, luz eléctrica y gas doméstico y la salud pública en el suelo.
¿En un territorio con estas características es que se pretende instalar “zonas económicas especiales?.
¿Cuál es el grado de confianza política y económica que tiene la “institucionalidad” de este régimen en el mundo?
Tenemos un país quebrado, expoliado y saqueado durante estos años por “nuestros amigos y hermanos”, rusos, chinos, iraníes y por supuesto, por los sátrapas que tienen seis décadas oprimiendo al pueblo cubano. Esa es la triste realidad del país.
El régimen asfixiado por la crisis económica, ha venido rectificando su política en ese sector y ha cesado su nefasta posición de fiscalizaciones, restricciones y regulaciones a la empresa privada que ha impuesto a troche y moche la dolarización del país, a pesar de todas las bravuconerías del régimen de acabar con el “dólar satánico”. Sin embargo, la productividad avanza a pasos muy lentos y durará más, si la “matraca” policial y militar persiste en las alcabalas que trasladan los camiones con hortalizas, verduras, quesos, y otros productos del campo, para solo colocar un ejemplo de los muchos que hay.
Otro de los serios problemas que confronta nuestra economía es, que a pesar, del aumento de los precios del petróleo, no es mucho lo que se puede aprovechar por la escasa y limitada capacidad de producción de la deteriorada industria nacional debido a la falta de inversión y mantenimiento de nuestras instalaciones petroleras. Esta situación ya no permite al régimen continuar con su política populista y clientelar tan criticada, en un principio, pero que ha sido elevada a grados superlativos para “engatuzar” a los sectores de menores recursos económicos a quienes les mantienen un constante y reiterado chantaje con vivienda, ayudas sociales, alimentos, y otras carencias elementales.
Pero, retomando el inicio de este artículo, el “cuento” de las Zonas Económicas Especiales viene, según sus propulsores, con el objeto de “imitar” la experiencia china. Una experiencia propia de ese país asiático, con sus costumbres y su potencialidad agrícola e industrial.
De ahí, entonces, que el régimen sacando ventajas de su hegemónica política comunicacional donde la censura y la autocensura, son sus herramientas y símbolos, ha armado un alboroto con el anuncio madurista. Ahora, que haya alborozo en el partido del régimen, es natural y obvio.
Tampoco sorprende, para nada, que lo acompañen sectores distintos al partido gobernante, desde los escasos e inútiles curules que ocupan en el ilegitimo “Parlamento”.
En cambio, los sectores empresariales han demostrado más cautela y prudencia frente a lo expresado en esa alocución nacional por Maduro.
En fin de cuentas, este es un régimen que habla mucho y promete bastante, pero el resultado de dichas promesas no se ve por ninguna parte, y cuando hay ventajas y beneficios, son para unos pocos, que ya el pueblo venezolano sabiamente los bautizó como “los enchufados”.
Así que veremos si las Zonas Económicas Especiales, una vez más son o no: “Mas bulla, que la cabuya”, como reza el dicho popular.




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