Porlamar
19 de abril de 2024





EL TIEMPO EN MARGARITA 28°C






Desde este cuarto
Dejo muy poca luz en la pantalla. La habitación oscura invita a dormir. Tengo sueño. Lo intento. Mas lloro y no consigo parar.
Dalal El Laden http://dalalelladen.blogspot.com/2022/11/desde-este-cuarto.html?m=1 YouTube: Dalal El Laden

1 Dic, 2022 | Para ti, mi Margarita, mi hijita

"La verdad de la otra persona no está en lo que te revela, sino en lo que no puede revelarte.

Por tanto, si quieres entenderla, no escuches lo que dice, sino lo que calla".

Khalil Gibrán

El tiempo: esta almohada de lágrimas que asaltan al ritmo de la campana de la iglesia de la esquina.

1

mar., 8 nov.

No me gusta transcribir así la fecha de hoy y no sé por qué lo hago tras verla en este teléfono celular. Mi hijita duerme su siesta. Sus piernas están sobre las mías. No quiero moverme. Podría despertarla. Extiendo mi brazo derecho lo más lejos de su cabeza y escribo usando este aparato. Dejo muy poca luz en la pantalla. La habitación oscura invita a dormir. Tengo sueño. Lo intento. Mas lloro y no consigo parar.

2

Me siento un poco más tranquila. Mi hijita sigue dormida. Ayer cumplió trece meses. La veo y aún me parece un sueño tenerla. Margarita de mi vida:/ mi isla,/ mi perla/ y mi flor.

3

Las sábanas están limpias, sin embargo, siento un fuerte impulso de lavarlas. Necesito mis pijamas: algo tan simple como guardar la ropa de verano, sacar la de invierno, me deprime. Abro Facebook y veo que la esposa de mi primo ha publicado una foto de Valencia, España, a oscuras, a las siete y media de la mañana. Le escribo qué bonito era madrugar en Margarita e ir a La Caracola. A esto le agrego una cara llorando. Y no es mentira. Y ahora vuelvo a llorar. Esta semana, con el retraso de la hora, las tardes se han hecho eternas hasta que saco No cesa de llover, mi novela favorita, y la releo casi siempre con voz, como contándosela a mi hijita. Ella deja sus juegos y la toca. Me observa. Escucha. Busca los marcapáginas. Menciono sus colores. Le doy uno. Sonríe y ríe a carcajadas. Baila sin dejar de verlo y de verme. Me derrito de amor.

4

mié., 9 nov.

Mi hijita está en mi pecho. Leo información sobre lactancia materna. Doy gracias a Dios por permitirme seguir.

5

vie., 11 nov.

Extiendo mi brazo izquierdo. Sostengo el teléfono celular. Escribo con el dedo pulgar. Pocos minutos antes escuché un parrandón, cargué a mi hijita, bailamos, reímos frente al espejo. Ahora que empiezo a amamantar no paro de llorar en silencio. Extraño mucho mi país. Muchas veces aún me parece mentira estar tan lejos. En enero cumplo cinco años aquí. Es increíble cómo el ser puede estar y a la vez no en un lugar. Así me siento. Más en estas fechas cuando todo era alegría, baile en cualquier calle de la isla, saboreando hallacas, panes de jamón. Hasta el café marrón claro extraño. El hojaldre de queso, de manzana en las panaderías. Mucho las frecuentaba. Algo en ellas me hacía inspirarme para escribir. Allí nacieron textos en mi mente que rápidamente terminaban en el cuaderno que siempre llevo conmigo. Me hacen falta mis amigos, la sencillez de mi gente, su transparencia, su cariño sincero. Dejo de llorar y vuelvo a llorar. Mi hijita se alimenta. Ya casi se duerme. Además de necesitar escribir para sobrellevar estos días, el que un día ella lea esto me impulsa a hacerlo. Se llama Margarita. Le hablo en español. Me ilusiona que luego podamos leer juntas en nuestro idioma. Sentarnos en algún café y releerle mi poema favorito de Rafael Cadenas. Decirle que ayer, 10 de noviembre, ganó el Premio Cervantes 2022. Que esto también me emociona hasta las lágrimas. Que nunca olvido su humildad cuando lo vi y le pedí que me firmara sus libros. Margarita, cuántas cosas haremos juntas. Sobre todo, cuánto aprenderemos juntas. Tú eres mi mejor profesora. Te amo como nunca imaginé se podía amar.

6

sáb., 26 nov.

Son las 12:18 p.m. Margarita se acaba de dormir en mi regazo. Si la pongo en la cama podría despertarse. Esto casi siempre pasa en el día. De noche acepta quedarse sobre nuestra cama y no se despierta tan rápido si voy al baño, como, corrijo o leo. Cociné temprano. Voy a dejarla en mis brazos. El cuarto está oscuro, pero con la poca luz de este aparato veo su cara. Amo su tranquilidad. Hemos adornado la casa: las luces de Navidad tímidamemte entran hasta aquí. Mi hijita ama verlas. Las toca con delicadeza mientras le repito wa-wa, cuidado, suave, cariño.

Me duele el cuello. Lo giro a la derecha para descansar un rato. Tengo hambre. Hice la ensalada de atún. Le puse de todo. Nada más me falta preparar la canasta de queso. Como la que hacían en Luciano. Un restaurante en Pampatar. Bellísimo. Y con una vista inolvidable. No sé si siga abierto. Lo buscaré en Instagram.

Quiero escribir "Chu tabakhte? (¿Qué cocinaste?) Crónicas de un pueblo libanés", por ser aquí la pregunta de cada día". Me duele mucho el cuello.




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