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La voracidad del fisco
Nada de extraño tiene que durante el 2023 las gobernaciones y alcaldías recurran de nuevo al aumento de la carga tributaria, imponiendo al unísono que sean los ciudadanos y las empresas privadas las que compensen la reducción del situado nacional
Jacinto Marín

18 Ene, 2023 | Para entender mejor lo que significa la voracidad fiscal, bastan las declaraciones de calificados expositores: una es de Camilo London, uno de los más reconocidos especialistas en política tributaria en Venezuela, quien dice que la voracidad fiscal ‘’es una manifestación de la propensión a la confiscación tributaria que ejerce el Estado, a pesar de que la propia Constitución Nacional se lo proscribe’’ (Finanzas Digital, 22-jul-2022). Por su parte, Tiziana Polesel, presidenta de Consecomercio, es aún más precisa cuando declara a Efe que, ‘’en poco más de dos años, las tasas impositivas que deben pagar los empresarios cada mes sobre sus ingresos brutos pasaron del 0,05 % hasta el 5 % en la mayoría de los municipios, lo que supone un incremento del 9.900 %’’ (Swissinfo.ch, 9 - jun- 2022), En esa misma dirección, Conindustria descubre con su Encuesta del III trimestre de 2022 que la voracidad fiscal impacta negativamente al 82 % de la producción industrial venezolana. London califica como voracidad fiscal el actual cobro de impuestos, indicando que era necesario modificar el Código Orgánico Tributario con el objetivo de plasmar en Reformas Legales Principios Constitucionales que pongan limite a la tributación municipal, la cual evidencia una evasión de más del 50%.
Más allá de las fronteras, Connor O’Keeffe, autor de varios libros y miembro del Instituto Mises, afirma que ‘’la fiscalidad es, por su propia naturaleza, la confiscación violenta de la riqueza’’ (Mises,30 nov 22). Las citas definitorias se cierran con la contundente opinión de Alberto Benegas Lynch, uno de los economistas más renombrado de América Latina, al decir que ‘’en nuestros días también es imperioso condenar la barrabasada criminal de gravámenes que se superponen unos a otros, todos dirigidos a alimentar los caprichos irrefrenables de megalómanos que se apartan de los principios republicanos elementales’’ (PanamPost 25 dic 2022). Confiscar es privar de bienes a una persona y aplicarlos al fisco, dice la Real Academia. Con esas afirmaciones a la vista estamos hablando, sin duda, de un acto confiscatorio que los más refinados llaman voracidad fiscal.
En agregado a las afirmaciones anteriores, también es una certeza que la voracidad fiscal cunde ahora en Venezuela y no está fuera de lógica, dada la precaria situación del país en materia financiera, vista como traba para el desempeño del gobierno en el cumplimiento normal de sus funciones a nivel nacional, estadal y municipal. El colmo lo da el presupuesto nacional para el 2023, en tanto que le quita el 72 % del situado a las gobernaciones y alcaldías, a decir del reconocido economista Leonardo Vera (Hilo 26 dic 22), mientras que su colega, José Guerra aclara que a los gobiernos regionales les correspondían 29.292 millones de bolívares y le entregarán 8.292 millones.
Entonces, nada de extraño tiene que durante el 2023 las gobernaciones y alcaldías recurran de nuevo al aumento de la carga tributaria, imponiendo al unísono que sean los ciudadanos y las empresas privadas las que compensen la reducción del situado nacional, incrementando de paso la confiscación y la voracidad. No es cuestión de pronósticos, pero qué otras alternativas hay para compensar este duro golpe que han recibido las gobernaciones y alcaldías en sus presupuestos.
El gasto de gobernaciones y alcaldías consume capital, pero no lo crea, por lo que el gasto termina siendo improductivo y esa improductividad del gasto es la fuente principal para crear la ineficiencia administrativa. La experiencia nos indica que por tradición los entes oficiales gastan más de lo que previamente han presupuestado, perpetúan las ineficiencias en sus gestiones y eso hace que el presupuesto siempre sea deficitario, razón por la cual las alcaldías y gobernaciones tienen que recurrir con frecuencia al aumento de los impuestos y otras tasas.
De modo que la voracidad no es causa de los impuestos; la voracidad es consecuencia de la ineficiencia administrativa y mientras se gaste más de lo necesario se seguirá en el círculo maléfico, girando siempre alrededor de la precariedad financiera persistente y en paralelo habrá mayor informalidad, más evasión y el quiebre de empresas productivas, por lo que la estrategia contra la voracidad se debe concebir y desarrollarse en función de un verdadero rendimiento del gasto, mediante la reducción progresiva de las ineficiencias y eso es precisamente lo que menos se hace en el caso de Venezuela.
Además, las entidades de gobierno aumentan los impuestos y sus respectivos ingresos, pero la gente no percibe las mejoras y todo sigue igual o peor. Esa realidad demuestra que aumentar la carga impositiva no es solución. Los tributos que regularmente pagan la ciudadanía y las empresas privadas no resuelven ningún problema y si así fuese ya es tiempo para discontinuar o reducir al mínimo los impuestos después de tantos siglos de estar aplicándose como solución.
Vivimos en tiempo de austeridad y así como las familias y las empresas privadas reducen sus gastos con miras a un mayor poder adquisitivo y alto rendimiento económico, también las entidades públicas deben hacer lo propio y de no ser así, la ciudadanía tiene el derecho de exigirlo. Vivir como parásitos de los presupuestos es moral y socialmente indebido.
6 de enero de 2023




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