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¿Cómo se come eso María Corina? Cómo es que en su “nuevo” lenguaje la hoy aspirante presidencial le pide a las “bases” del chavismo que la acompañen en su candidatura, a los mismos a quienes despreciaba y calificaba con los peores epítetos en sus arengas de ayer José Gregorio Rodríguez
Jotaerre577@gmail.com
2 Mar, 2023 | El 05 mayo de 2019 la coordinadora nacional de Vente Venezuela, María Corina Machado, hoy precandidata presidencial en las primarias de la oposición venezolana organizadas por la Plataforma Unitaria (PU) para el próximo 22 de octubre, puso a circular por las redes sociales y algunos medios impresos, un documento titulado “La Salida Completa”, en el que manifestó absoluta sintonía con las intenciones subversivas que para la época marcaban la línea política de la dirección política de la oposición nacional agrupada en la Mesa de la Unidad Democrática (MUD), hoy denominada PU, que había proclamado el mantra: “Cese a la usurpación, Gobierno de transición y elecciones libres”. Habían transcurrido casi 100 días desde que el 23 de enero de ese año, el entonces presidente de la Asamblea Nacional, se había autoproclamado como “presidente interino”: “Los venezolanos sabemos la responsabilidad histórica que tenemos en estas horas. La derrota de la tiranía aquí instalada no solo marcará la vida de millones de venezolanos, muchos de los cuales aún no han nacido, también, será crucial para el destino de otros países de nuestro hemisferio, empezando por Colombia, el próximo país en la mira de este Estado criminal. Por eso, desalojar al régimen de Maduro del poder con urgencia es tan importante, como la profundidad y el alcance de ese cambio. Tenemos claro que no basta con sacar a Maduro, hay que arrancar de raíz los tentáculos de las redes criminales que han penetrado en todos los órganos del Poder Público y de la sociedad venezolana. Ésta es la gran diferencia con la derrota de una dictadura tradicional. En un Estado criminal no basta con sacar al dictador y a su entorno autoritario, hay que desmontar las redes de financiamiento ilegal transnacional, demoler sus pilares de sustento dentro del sistema y expulsar hasta el último criminal extranjero del territorio venezolano. Por supuesto que un proceso de esta complejidad y envergadura no ocurre de un día para otro, y requerirá de significativa asistencia tecnológica, financiera y operativa por parte de nuestros aliados democráticos externos, que saben que liberar a Venezuela de las garras de las redes criminales y antioccidentales del mundo es una prioridad para la seguridad hemisférica. Aunque esta tarea requerirá meses y le corresponderá finiquitarla al gobierno democrático electo en la Transición, la conformación de este gobierno interino será decisiva para que el cambio en Venezuela sea real y definitivo, y no sólo un reacomodo superficial y temporal. Ante la desesperación por lograr que Maduro se vaya, algunos pueden verse tentados a aceptar cualquier arreglo que consista en deshacerse de Maduro y establecer un pacto con sectores del régimen cuyos expedientes criminales están comprobados. ¿Es concebible cogobernar con miembros del Cártel de los Soles? ¿O con integrantes de las organizaciones que realizaron las transacciones financieras más obscenas de la historia como las notas estructuradas, los dólares preferenciales o los bonos ilegales de la República? ¿Es posible sentar las bases de la Transición democrática con los más poderosos juristas del crimen, con perpetradores de crímenes de lesa humanidad o con los jefes de bandas paramilitares? Creer que individuos comprometidos hasta los tuétanos con la mafia mundial van a facilitar un proceso de Transición cuyos pilares son la justicia y el fin de la impunidad, la honestidad y el reintegro de los recursos robados, la solidaridad y el respeto a los derechos humanos, el libre mercado y el fin del intervencionismo estatal; es profundamente ingenuo e irresponsable. Tenemos demasiado cerca y demasiado vivos los errores de Nicaragua para no entender que, si allá el sandinismo regresó en pocos años, aquí en Venezuela, si no se desarticulan de raíz y desde el principio estas redes criminales, llenas de plata y vínculos internacionales, en un plazo mucho menor estarán de vuelta ocupando todos los espacios de poder. Un Gobierno de Transición debe ser muy amplio política y socialmente, incluir a todos los sectores de la Nación y demostrar grandeza, firmeza y humildad. Pero este Gobierno de Transición debe significar una ruptura con el crimen y la corrupción de manera radical, o no contará con la confianza de los venezolanos. En estos 20 años de lucha épica hemos aprendido y crecido admirablemente como ciudadanos y como sociedad. Hemos entendido que se trata de una conquista existencial y espiritual. Los errores que hemos cometido, subestimando la crueldad y complejidad del sistema, han significado la prolongación de la agonía, y el régimen nos los ha cobrado con muertos. Ya no más. Avanzamos en la ruta del coraje, de la liberación definitiva de Venezuela. Estamos cerca, concluyamos con fuerza la tarea completa”. Hace cuatro años este era el lenguaje de María Corina Machado, el que definía su “pensamiento” político. Nos preguntamos cómo es que si fracasó el intento de derrocamiento del presidente Nicolás Maduro y se “esfumaron” los tres componentes del mantra opositor del 23 de enero de 2019 ¿Qué cambió para que la señora Machado hoy se postule como aspirante a la presidencia de la república para competir con el seguro candidato del “régimen”, Nicolás Maduro Moros? Cómo es que en su “nuevo” lenguaje la hoy aspirante presidencial le pide a las “bases” del chavismo que la acompañen en su candidatura, a los mismos a quienes despreciaba y calificaba con los peores epítetos en sus arengas de ayer, ahora les pide “cacao”. ¿Cómo se come eso María Corina?
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