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La economía y su lenguaje
En el solo tema de la inflación, la profusión de ideas afines es tal que le restan claridad y precisión a los significados.
Jacinto Marín

21 May, 2023 | La economía, quizás por su condición de ciencia social, utiliza un lenguaje de significados e interpretaciones divergentes, más que otras disciplinas. Tiene una amplia gama de palabras o términos para significar y conceptualizar una determinada situación. Además, la mente humana es extremadamente creativa para percibir lo real o imaginario en todas sus dimensiones y expresar esas percepciones mediante una variedad de formas lingüísticas. Hablar de una misma cosa no significa que todos la interpretemos de la misma manera.
Los intérpretes y protagonistas del desarrollo económico tienen dos elementos para expresar sus creencias e ideas: uno es la capacidad para razonar sobre los temas en discusión y el otro elemento es el uso de cifras y datos que apoyen y refuercen al razonamiento. La utilización de esos dos elementos le agrega valor a las exposiciones e inspiran confianza en el liderazgo, pero también pueden causar situaciones de duda, confusión o de interpretación imprecisa. No obstante, es necesario tener presente lo que seguramente va a ocurrir en el devenir de los próximos años o meses cuando entre en vigencia plena la Inteligencia Artificial y los seres humanos dejen de pensar y hacer interpretaciones porque las máquinas lo harán con mayor eficiencia.
En el solo tema de la inflación, la profusión de ideas afines es tal que le restan claridad y precisión a los significados. Así tenemos que los intérpretes pueden emplear los siguientes conceptos, todos referidos al proceso inflacionario: hiperinflación, recesión, deflación, depresión, contracción, desaceleración, estanflación, devaluación, depreciación, resiliencia, ralentización, desinflación, reducflación y default. (14 términos).
En el caso venezolano, la crisis económica es una sola pero las interpretaciones suelen ser muchas. Hay quienes creen que la debacle tiene su origen en la pérdida de confianza en la política y los políticos, otros dicen que la crisis es la consecuencia de los malos gobiernos y no faltan quienes vean la causa en la dependencia única y por mucho tiempo del rentismo petrolero. Estas y otras creencias conforman un espectro de opinión difícil de refutar, dada la multicausalidad de la situación devenida e indistintamente del nivel de conocimiento de los intérpretes.
Las comunidades tienen lenguaje propio y los sistemas políticos y económicos también. Para el liberalismo la palabra clave es libertad, mientras que la desigualdad lo es para el socialismo y ‘’ endurecimiento’’ es la palabra de moda en economía internacional en lo referente a la actual política monetaria.
Aumentan los bonos, los precios suben y el poder de compra disminuye pareciera ser un galimatías, pero esas tres cuestiones concentran las interrelaciones para comprender y saber las causas y efectos del fenómeno económico de mayor impacto en lo que va de este siglo: la inflación. De modo que la interpretación de las acciones en cadena va mucho más allá del simple significado de las palabras. Lo mismo ocurre con la dicotomía de ser libre y tener derecho. Si se es libre es porque se tiene el derecho y ocurre, muchas veces, que se detenta el derecho pero no así la libertad.
El uso del lenguaje conlleva inexorablemente a la creación de ideas mágicas y engañosas y ese es el caso de la palabra desigualdad, entendida como la diferencia que existe en la distribución de bienes, ingresos y rentas en el seno de un grupo, una sociedad, un país o entre países. La igualdad social no existe y de haberla significaría que nadie tenga nada y solo el Estado como tal sería el dueño único de todo. No hay sociedades completamente pobres ni sociedades completamente ricas y mientras las necesidades son infinitas, los recursos son finitos. No hay de todo para todos todo el tiempo es una verdad de Perogrullo.
Los líderes sociales deben ser cuidadosos en el uso del lenguaje y practicar la moderación. Cualquier desliz en una exposición puede provocar reacciones por parte del público y hablar mucho para decir nada sustancial no es favorable, mientras que el silencio es conveniente en momentos determinados. En ese ejercicio de decir lo estrictamente necesario cuando las expectativas están en nivel alto, el presidente de la FED de Estados Unidos, Jerome Powell, es un maestro; sabe muy bien que sus breves exposiciones son analizadas minuciosamente por los inversores de dinero de todo el mundo y cualquier expresión no apropiada puede causar conmoción en la economía mundial. Por su parte, Margaret Thatcher ha sentenciado que ‘’no hay otra alternativa’’ para referirse a la permanencia del capitalismo en el mundo, mientras la Royal Society de Londres sostiene de manera disciplinada la frase ‘’Nullius In Verba’’, cuyo significado es ‘’no hay palabras finales’’.




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