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Réquiem por Pachacho Pachacho se fue navegando otras rutas, donde no hay tempestad, donde el bote no se hunde, riéndose, con la mirada puesta en la brújula y el horizonte, sin atajos ni desvíos. Hilda Mendoza Ramírez
hildmend@gmail.com
24 Jun, 2024 | La desaparición física de Jesús "Pachacho" Rosas este 18 de junio fue tan inesperada, que muchas cosas -además de ese zarpazo final- resultaron sorpresivas de algún modo. Siempre lo apreciamos como persona, como profesional y como artista margariteño, pero en ese momento fue como si pudimos verlo en una dimensión más plena. Dicen las escrituras cristianas que al pasar ese umbral, cada uno de nosotros "conocerá como fue conocido". En ese tránsito suyo, fue como si todos entendimos de repente, con más claridad, quién era Pachacho. Tristemente, se fue nueve días antes del Día del Periodista, celebración a la que él acudía con entusiasmo desde hace pocos años tras haberse licenciado en comunicación social con mucho tesón. Quizás entre la distracción del fasto y del reconocimiento a los reporteros en la brega, no se le dio la honra que merecía. De igual modo, él se gozaba la cita. Sólo importaba para él la íntima satisfacción de haber logrado una meta, que coronaba su larga y fructífera carrera. Su programa radial "Pentagrama matinal" -más recientemente "Variedades del pentagrama"- contaba casi 46 años, donde formó varias generaciones de una manera creativa, con sus secciones La Fruta, La Efeméride, La Charada. Podríamos decir que era el Tío Simón margariteño. Igualmente de larga data eran La Voz del Guayamurí y su premio El Gavilán de Oro (alusivo a su mote artístico El Gavilán de Antolín). Pero su quehacer constante no tenía compartimientos. No sólo era comunicador y pedagogo, sino también compositor, improvisador y humorista. Graduarse y colegiarse como periodista, era el corolario de una amplia y versátil trayectoria, y una muestra de su actuar siempre regido por la observancia de las normas y el civismo. Era además, noble y humilde, siempre del lado de los desfavorecidos, y amante de la naturaleza y el país. Con el reconocimiento no tenía problemas, porque él se movía en otros circuitos: los espacios de convivencia donde se desenvuelve la gente sencilla, sin más jerarquías ni relaciones de poder que las que surgen del afecto y el respeto. Por supuesto, con imperfecciones y desencuentros. Así nos topábamos por ahí, fortuitamente, entonces él contaba alguna historia que pretendía real y al irla contando la iba inventando. Sus oyentes siempre prestaban atención para pescar dónde estaba la realidad y dónde la ficción, pero al final no importaba porque la risa se adelantaba a ese objetivo. En uno de esos cuentos, identifiqué un chiste que contaba mi tío Josué hace varias décadas, entonces comenzamos a hacer la arqueología de esa historia, quitando las capas agregadas y dejando la nuez. Un día me dijo, como decimista, que con los versos se podía decir de todo, sin más cortapisas que las analogías. Si nadie los entendía, al menos te podías expresar. Él había compuesto esa vez unos cuartetos por el Día del Periodista, y me los fue traduciendo. Las palabras "voz" y "cantante" referían al periodismo. Luego me enseñó a rimar cuartetos con la fórmula de ABBA: armonizar la primera línea con la cuarta y la segunda con la tercera. Le dediqué más tarde uno por las redes: "Pachacho con mucha guasa / Va por ahí lanzando versos / Sea al derecho o al reverso / No se le hunde la barcaza". Pachacho se fue navegando otras rutas, donde no hay tempestad, donde el bote no se hunde, riéndose, con la mirada puesta en la brújula y el horizonte, sin atajos ni desvíos. Sin más atavíos que su reluciente sencillez, su sonrisa y su sombrero. Sentidas condolencias a sus sobrinas las periodistas Marielena Fernández Rosas y Roselis González Rosas, y la locutora Rosángel Rosas, renuevos de esa vena y esa escuela. Amplifico aquí el sentido pésame que envió desde Argentina, la periodista caraqueña Mariela Little, Hija Adoptiva de Porlamar, a las colegas y sus familiares. Entre muchas afinidades y recuerdos con Mariela, me une el amor por Margarita y resulta que también la simpatía por Pachacho, que al fin y al cabo es lo mismo.
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