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No se admiten negros Los ocupantes del rol protagónico como dirigentes son blanquitos, finos y de buena presencia. Pedro Salima
Psalima36@gmail.com
6 Mar, 2025 | Así destilaba racismo un aviso visible encima de la puerta de entrada de un centro nocturno en Porlamar a principios de los años 90 del siglo pasado, «cuando éramos felices y no lo sabíamos», según voceros de esa Venezuela que había tenido su primer sacudón un febrero de 1987. El aviso resaltaba la época en que Morel Rodríguez, el mismito de hoy, gobernaba permisando a los nuevos invasores de Margarita para que arrojaran a los Pescadores de las orillas de la mar, sus tierras originarias, a fin de edificar a trote y moche el llamado «progreso». El desafuero llevó al aviso en aquel centro de diversiones. El estricto cumplimiento del derecho de admisión lo garantizaba un portero tipo Joe Foreman, percha de matón incluida. Me permito la referencia histórica no con ánimo de plantearme un pleito con el mandatario regional, pues varios y diversos desencuentros he tenido con el gallero de Los Robles que hasta que hoy podemos ser amigos, sino que he dado un vistazo a la dirigencia de la oposición extrema y si bien el aviso racista no está a la vista, ni el portero matonesco, si pululan en actos vandálicos muchos de color de piel semejante a la de Foreman bajo el remoquete de comanditos. Los ocupantes del rol protagónico como dirigentes son blanquitos, finos y de buena presencia. Si retrocedemos un poco en el almanaque, nos encontramos con Claudio Fermín como un ejemplo del trato que se da en la Venezuela de los apellidos a los negros. Claudio logró superar las fuerzas internas de su partido, forjado por mucha gente morenita, pero la oligarquía venezolana no le perdonó su color de piel y jugó fuerte a su derrota. En tiempos de la unidad opositora, la misma obtuvo su triunfo más relevante sobre el chavismo. Fue bajo la Coordinación de Jesús “Chuo” Torrealba. Se celebró el avance antichavista y observaron bien a Torrealba. Demasiado Caribeño, mucho barrio recorrido y con cierto tumbaito afro. Enviado al olvido sin preaviso. Henri Falcón creyó en la buena intención de esa oposición extrema. Lo vieron, revisaron, esculcaron. Percibieron un tufillo a negro y optaron por no votar, a pesar de la gran oportunidad de ganar. El mensaje ha sido claro: no se admiten negros. Lo puede corroborar con José Brito, quien entró forzado a Primero Justicia. Ahora parece armado con un bate para que no lo expulsen en esa guachafita de expulsiones que se ha armado en esa organización.
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