5 May, 2025 | En un artículo publicado por el diario El Mundo de España el pasado 20 de abril, titulado “Hace solo un año”, Edmundo González Urrutia (EGU), relata su pasantía por la política venezolana, a propósito de la súbita aparición como candidato presidencial de la Plataforma Unitaria (PU). Aunque buena parte de lo allí comentado es ampliamente conocido, es bueno repasar algunas circunstancias y descubrir, de su puño y letra, algunos momentos de esta experiencia.
Narra alguna que otra circunstancia que acompañó su trajinar como candidato, y comenta lo que ha hecho luego que abandonó el país, pero no menciona nada del supuesto proceso de verificación de actas que comprobarían su reclamo alrededor del mundo, pero nunca ante la jurisdicción competente en Venezuela.
EGU nos cuenta cómo llegó a ser candidato, y relata el día que su vida cambió para siempre: “Omar Barboza, quién presidía para ese entonces la Plataforma Unitaria Democrática, me prestó su saco para tomar la foto del tarjetón electoral, nunca pensé que de candidato tapa pasaría a representar la esperanza y el hambre de democracia que se había avivado en mi país”. Por cierto, de ese día, recuerdo que también dijo, “de candidato tapa amarilla, he pasado a ser la tapa del frasco”.
Más adelante narra que, “acompañé a María Corina Machado por pueblos donde no llegaba el transporte, pero sí la gente. En muchos lugares no había tarima ni sonido ni prensa. Pero había oídos atentos, brazos alzados, ganas. Y también había gestos que no olvidaré: militares que abrían paso pese a las órdenes contrarias, niños que repetían consignas, ancianos que lloraban al vernos y el olor a cambio”. Hasta donde se reseñó por esos días, a ningún lugar desde los que MCM denunció le impedían su acceso, llegó acompañada por EGU. Sinceramente, no imagino al personaje en una puesta en escena, bajando de una canoa.
Luego afirma, “el 28 de julio nos confirmaron lo que ya intuíamos: habíamos ganado. Lo sabíamos nosotros, lo sabía el país” ¿Como lo sabían? ¿Quién hizo el conteo de votos? ¿Por qué no acudió al TSJ el día que se celebró la audiencia pública del descargo de pruebas para verificar el resultado electoral? ¿Por qué dejó pasar esa extraordinaria oportunidad para alzar su voz ante el mundo aprovechando la presencia de los medios de comunicación más importantes del planeta?
EGU continua, “esa victoria trajo su precio: la persecución y la amenaza. Debía resguardarme. El primer lugar al que acudí me cerró las puertas, nunca lo olvidaré (…) La embajada de Países Bajos se ofreció para acogerme, y allí pasé 37 días. Sin salir. Sin abrir una ventana”. ¿Por qué nunca antes dijo que no lo recibieron en otro lugar antes de llegar a la embajada de los Países Bajos? ¿A quién le está cobrando esa factura?
Luego sostiene, “después vino un traslado discreto, en un carro diplomático, hacia la embajada de España. Comenzó una negociación agotadora de 48 horas. Las condiciones que ponía el régimen eran inaceptables. Querían imponer el olvido. No lo permití. Pero hubo que firmar, porque había que salir. Lo entendí como se entienden los retrocesos tácticos: no se renuncia, se avanza por otro camino”. ¿Si las condiciones del gobierno eran inaceptables, porqué firmó, que lo obligó? ¿Por qué dejo una carta con un petitorio para el gobierno nacional, en el cual se incluye desde sus mascotas, sus plantas, sus propiedades y no se escribe una sola línea por los presos políticos? ¿Qué fue lo que no permitió el “régimen”? ¡Merezco una explicación!
Pero ocupémonos ahora del “retroceso táctico”, de cómo se avanza “por otro camino”. EGU lo explica detalladamente en su artículo: “Desde entonces, he recorrido 59.070 kilómetros: una vuelta y media al mundo. Más de 90 horas de vuelo, lo que equivale a tres días y 17 horas en el aire. En algunos países apenas estuve unas horas. El cuerpo se queja. La voz, no. Me he reunido con presidentes, reyes, cancilleres, ex presidentes, diputados, fiscales de cortes internacionales, cardenales, embajadores, organismos multilaterales, defensores de derechos humanos, organizaciones de migrantes venezolanos y con migrantes venezolanos obligados”. Como en la antigua Viasa, en avión el tiempo pasa volando.
EGU culmina su artículo afirmando: “A los 75 años, uno piensa que ya ha vivido lo que tenía que vivir. Que lo que queda es memoria, no destino. Pero la historia se ha encargado de corregirme (…) No lucho por una investidura. Lucho por casi ocho millones de personas que marcaron una papeleta”, olvidando que en Venezuela desde hace mucho tiempo se vota con máquinas electrónicas. Remata el texto reivindicando su condición de “presidente electo” y me hace recordar a Héctor Lavoe, “esa risa no es de locos, se están riendo de mí”.
Claro que está corregido por la vida, con solo imaginar las horas de vuelo, la cantidad de países visitados y las personalidades conocidas, no me que dada más que decir, por favor señor EGU ¡Pare de sufrir!