11 Ago, 2015 | En las elecciones primarias del Partido Demócrata, Hillary Clinton lleva claramente la ventaja, dado su atractivo mediático, el respaldo de ricos contribuyentes y su propia trayectoria como primera dama y secretaria de Estado. Sin embargo, en su competencia hacia la Casa Blanca se ha visto obligada a redefinir su perfil en razón de un fenómeno que ha venido tomando auge en Estados Unidos: la crítica a las políticas neoliberales y la emergencia de importantes corrientes críticas, sin las cuales no es ahora fácil triunfar en esas elecciones.

En vista de estas circunstancias, el comando de campaña de Clinton le ha recomendado hacer todo lo necesario para ganarse el respaldo de la representante del sector más importante del progresismo de su partido, la senadora de Massachusetts Elizabeth Warren. Sin embargo, a la hora de elaborar su discurso, tendrá también que tomar en cuenta otro hecho novedoso: la candidatura abiertamente socialista de Bernard Sanders, que empuja a definiciones más claras en relación a Wall Street y a la redistribución de la riqueza. Es una candidatura que se sabe no va a resultar favorecida, pero no es simbólica puesto que cuenta con un respaldo nada desdeñable del electorado demócrata, lo que presiona objetivamente hacia la izquierda.

Los sectores representados por Warren y Sanders no son mayoritarios, pero han tenido un crecimiento considerable, ejercen gran influencia y disponen de una base militante muy activa y con vocación de trabajo, indispensable para movilizar e incorporar el factor emocional. En vista de todo esto, Clinton ha asumido un nuevo discurso, con ingredientes socialdemócratas, que ahora son calificados de “populistas”.

Por otra parte, también valdría destacar como en otro gran centro de poder mundial, el Reino Unido, se está igualmente en presencia de un relanzamiento progresista: Jeremy Corbyn, líder de la izquierda del Partido Laborista, opuesto a la austeridad y al desmantelamiento del Estado de Bienestar, puede convertirse en el candidato del laborismo para primer ministro, lo que ha encendido las alarmas del ala derecha encabezada por Tony Blair.

Desde Venezuela estos acontecimientos deben ser observados con atención, puesto que nuestro esquema actual de polarización ha conducido a una porción considerable de políticos e intelectuales a tomar cualquier planteamiento de izquierda y socialista como una cuestión del pasado, al tiempo que se han adoptado las recetas neoliberales con febrilidad, cuando ya se sabe que no son ellas las que pueden guiar el futuro del planeta.